Diagnóstico ///

Un problema demográfico latente en la sociedad mexicana y la poblana es el envejecimiento de la población. Este no suele ser considerado en los planteamientos gubernamentales porque su urgencia no es evidente, pero sus consecuencias ya se hacen sentir en la cotidianidad social.

Durante muchos años hemos sido una sociedad acostumbrada a considerarse joven. Efectivamente, durante todo el siglo XX fuimos una sociedad joven, incluso donde la presencia de los niños era el factor más significativo. Las aulas de primaria y secundaria se abarrotaban; los segundos e incluso terceros turnos escolares se hicieron presentes ante la explosión demográfica. Pero en el último cuarto del siglo XX se consolidó la transición demográfica: pasamos de ser un país de alta fecundidad con alta mortalidad y baja esperanza de vida a uno de baja fecundidad, con baja mortalidad y una relativa alta esperanza de vida.

En México, en 1980 las personas de 60 años y más representaban el 5.4% del total de la población, 7.3 % en 2010 y 12.0% en 2020 (INEGI 1980, 2010 y 2020). En el 2050 representarán casi la cuarta parte la población mexicana (21.5%). En Puebla, la población adulta mayor representaba 12.2% de la población (2020) y se proyecta que para el 2050 represente el 21.0%. Los datos muestran que la población de 15 años o menos pasó de 46.2% en 1980 a 29.4% en 2015, de casi la mitad a la tercera parte (Calderón y Garay, 2022).

Este es un reto mayúsculo porque significa un incremento constante en la proporción de población de 65 años y más. Supone la necesidad de transformaciones en la infraestructura y en la forma de hacer y ser de la sociedad. Tendremos que pensar los edificios, calles y accesos para personas con mayores dificultades de movimiento. Implica, también, un aumento considerable de los servicios médicos para la atención de enfermedades crónico-degenerativas, como las cardiovasculares o el cáncer.

Además, de forma inmediata, supone el incremento de la demanda de educación media y superior, y sobre todo de trabajo. Las personas de entre 20 y 50 años que no logren consolidar una vida laboral productiva difícilmente podrán enfrentar en los próximos 15 a 35 años la vejez en condiciones de independencia y dignidad.

Postura ///

Consideramos fundamental tomar en cuenta el proceso de envejecimiento poblacional. Es una prioridad para garantizar condiciones de autonomía y dignidad a las personas mayores. Es necesario iniciar las acciones y políticas gubernamentales pertinentes para enfrentar los retos que este fenómeno supone. Todas las acciones de gobierno, desde la dotación de servicios hasta la construcción de infraestructura, deben considerar no solo la estructura actual, sino la dinámica demográfica y las demandas futuras. Tener una visión estática es garantía de magnificar problemas sociales graves en unos años.

Entre las políticas sociales recientes, la Pensión del Bienestar dirigida a las personas mayores de 65 años ha representado una respuesta a esta problemática, pero resulta temporal e insuficiente. La magnitud del problema crece y demandará recursos y diversas estrategias para atender las necesidades de esta población y mantenerla como un recurso valioso para la nación y el Estado al tiempo que se reduce el impacto negativo de un envejecimiento poblacional altamente dependiente.

Propuestas ///

Incluir el aumento de la población de 65 años y más como un elemento transversal en toda política y proyectos que emprenda el gobierno.

Invertir en la recuperación de la infraestructura pública en salud.

Garantizar que toda obra de infraestructura pública o privada tenga facilidades de acceso y uso. Esto es especialmente importante en la vivienda popular.

Impulsar proyectos laborales donde las personas mayores de 65 años puedan participar en condiciones de dignidad.

Desarrollar proyectos de inclusión social para las personas mayores de 65 años.

Impulsar la discusión nacional sobre la posibilidad de desvincular el acceso a la seguridad social del trabajo formal para impulsar el aumento de la cobertura.

Complementar las políticas de transferencias con políticas de atención y desarrollo de personas adultas mayores.

Referencia

Calderón, M. y Garay, S. (2022). Envejecimiento y calidad de vida. Puebla, CONCYTEP