Puebla presenta enormes rezagos sociales, estos se expresan en la prevaleciente pobreza. El estado ocupa el cuarto lugar a nivel nacional solo atrás de Chiapas, Oaxaca y Guerrero. A pesar de haber tenido una gran inversión económica en los últimos años, esto no se ha reflejado en una disminución significativa de los principales indicadores en la materia. La pobreza alcanza casi al 65% de la población, pero en realidad llega hasta el 87% cuando se considera a la población con vulnerabilidad por ingresos o carencias (CONEVAL 2016). En las mediciones recientes, el estado se movió al quinto lugar, sobre todo por una política dirigida a incidir en los indicadores sin cambiar realmente las condiciones de vida de la población.
Esta pobreza se asocia además a la desigualdad. El estado ocupa el primer lugar a nivel nacional (CONEVAL 2014). Lo cual se constata en los contrastes por ejemplo, al comparar, los grandes desarrollos residenciales de Angelópolis con las condiciones de vida en los municipios más pobres en la sierra o en la mixteca.
La pobreza y la desigualdad adquieren la forma de la gentrificación. Los grandes desarrollos inmobiliarios van expulsando a la población de sus lugares de origen para que se puedan construir fraccionamientos amurallados que separan a los que tienen de los que no tienen.
Es fundamental hacer conciencia y combatir tanto la desigualdad como la pobreza. Generar oportunidades para crecimiento y desarrollo de todos los poblanos. La política social o de bienestar, debe estar dirigida a mejorar de forma efectiva las condiciones de vida y las oportunidades de desarrollo de las personas, familias y comunidades. Pero la política de bienestar no es suficiente, la principal política social es la política económica que genere empleos y garantice salarios dignos. No es aceptable que el enriquecimiento de unos pocos se sustente en el despojo y marginación de la mayoría.
Reconocer que la pobreza no puede combatirse sin combatir la desigualdad. Esto resulta fundamental porque incide directamente en el diseño de las políticas social y económica.
Diseñar políticas que incidan integralmente en las condiciones de vida de los poblanos mejorando los espacios públicos, dignificando las viviendas populares, ordenando el desarrollo urbano, fortaleciendo el transporte público.
Impulsar la generación de empleos y la diversificación económica incrementando el ingreso promedio de los salarios de los trabajadores.
No solo invertir en nueva infraestructura sino garantizar su funcionamiento y mantenimiento. Esto es particularmente importante en relación con la educación y la salud; no únicamente se necesitan nuevas escuelas y centros de salud, de todos los niveles, sino que estos cuenten con los recursos y capacidades necesarios para su operación efectiva de manera cotidiana.
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