Diagnóstico ///

Oficialmente, en la actualidad hay 74 casas de cultura, distribuidas en apenas un tercio de los 217 municipios que tiene el estado de Puebla. En el año 2014, había 103. Durante los últimos quince años, el apoyo estatal y, por lo tanto, la programación cultural ha sido inconstante e inconsistente debido a modificaciones estructurales y razones políticas coyunturales.; limitando los beneficios del arte y la cultura en el interior del estado y excluyendo la intervención de organismos culturales no gubernamentales, así como la de todos y cada uno de los agentes. Por tal razón, la ausencia, clausura y carencia de espacios -como advierte P. Bourdieu (1988)- ha imposibilitado a buena parte de los integrantes de la sociedad ser actores (creadores, innovadores) en materia de cultura.

De acuerdo con la red estatal de bibliotecas públicas del estado de Puebla, hay 623. Sin embargo, las cifras no son certeras, pues, en la capital se reportan cuatro bibliotecas, de las cuales, sólo una continúa en servicio y abierta al público. Las otras tres bibliotecas fueron desmanteladas sin que se sepa qué destino se dio a los acervos bibliográficos. Hay 30 bibliotecas en las juntas auxiliares, la mayoría pertenecen a las escuelas de educación básica y media superior; pero se ignora si están abiertas al público en general y qué actividades llevan a cabo.

En cuanto a los museos, hay 117 en el estado. En la ciudad se concentran los 55 más importantes. Sin embargo, los recintos dejaron de tener actividades de impacto social y de priorizar los servicios educativos y las actividades familiares. Se invirtió en proyectos colosales y se menoscabó el derecho al esparcimiento.

Los espacios culturales, ágoras de los barrios y municipios, dejaron de tener apoyos, asesoría e injerencia en la cotidianidad de la población. La relación entre la cultura estatal y las organizaciones culturales y creativas se volvió inexistente.

Postura ///

Consideramos que es esencial la colaboración de las universidades con la sociedad y los gobiernos de todos los niveles para que el capital cultural (P. Bourdieu, 1979), de la población se vea restituido, se analice y sea pertinente a su gestión y quehacer. El fin es hacer efectivo el derecho constitucional de acceso a la cultura.

El libre acceso a la cultura, los proyectos estatales que estabilicen la oferta cultural y abran más posibilidades de democratización, son urgentes hoy más que nunca. También lo es que se defina a la cultura como un ámbito transversal en las políticas públicas.

Propuestas ///

Es necesario replantear la vocación de los museos en Puebla, dándole prioridad a los espacios lúdicos y educativos; así como implementar una aproximación curatorial que contribuya a la reflexión y el diálogo sobre los valores de los que las obras son portadoras.

Urge reabrir y reanimar las bibliotecas para fomentar nuevamente la lectura como un quehacer natural y también lúdico para los estudiantes, en relación con un proyecto cultural sólido y como contrapeso del abuso de las redes sociales como fuentes de información primaria.

Revivir el diálogo y la colaboración entre el estado y cada uno de los agentes y actores en este ámbito, sin rehuir en ello la presencia de la crítica y el debate, en función de tener claro cuáles son las condiciones y actores que garantizan la supervivencia, el cuidado y la revaloración del patrimonio cultural; y cuáles son las responsabilidades y límites del Estado en el ámbito de la producción y fomento del arte y la cultura.

Reanimar la cultura estatal mediante la atracción de diversos recursos que permitan ampliar el presupuesto actual para orientarlo, entre otros propósitos, a reanimar las casas y espacios culturales del estado.

Retomar proyectos que consideren a la cultura también como un ámbito de producción de riqueza y en el que se redefinen las relaciones sociales, laborales y económicas.

Revisar y rediseñar las estrategias de comunicación en materia de cultura, incorporando la participación de todos los agentes, con el propósito de fortalecer y crear nuevos públicos, y elevar los niveles de formación artística y cultural de la población y consecuentemente el disfrute, cuidado y enriquecimiento de los bienes culturales; para lo cual puede recurrirse a las potencialidades que brindan los medios públicos de comunicación, así como las nuevas tecnologías.