Talento IBERO 2021

80 creer que el espíritu humano puede poseerse. No hay ave en su jaula que no píe por auxilio, pues toda conquista trae como fatídico desenlace la destrucción del objeto conquistado. Toco a tu puerta, los minutos van y nadie viene. Vuelvo a tocar. ¿Es tu desprecio quien responde? Espero un par de minutos más y finalmente abres. Una timidez estúpida recibe tu saludo. Me invitas a pasar, hablamos del colegio, de la tarea, de los compañeros y demás tarugadas. Veo mover tus labios; entiendo unas cuantas palabras. Me conformo con apreciar el dulcísono timbre de tu voz, los ecos de una lengua extraña de la que no poseo diccionario. En un mueble por la escalera veo una fotografía, tú en tu infancia jugando con tus hermanos; me enternece tu infantil mirada, te distraes un momento y logro capturar para mí aquel feliz recuerdo. Guardo esta memoria entre los miles que tengo de tus viajes del colegio a tu casa. Subimos por fin a tu habitación, sobria y ordenada. Me invitas a sentarme sobre tu cama y te excusas diciendo que tienes un pendiente. Me dejas a mi albedrío. Yo en tu cuarto, nadie más; yo y tu esencia en un lugar que en mis ensoñaciones tenía forma de palacio. Recorro con la mirada los utensilios sobre tu escritorio, a un lado observo la puerta entreabierta de tu baño. De súbito, empieza a arder en mí el apetito de lo prohibido, como cuando secretamente y lleno de precauciones, revisas la cartera de tu tío con la intención de revisar cuánto efectivo trae. Sin pensarlo, con paso decidido me acerco a él; la puerta del pasillo entreabierta. Paro los oídos esperando oír tu paso breve. Entro por la puerta de tu baño con la misma veneración de quien entra por las puertas de un templo. En tu lavabo sobre un vaso de plástico, se alza soberbio el paladín de tu sonrisa. Lo tomo con manos temblorosas, recorro las cerdas con mis temerosas yemas. Las olfateo, huelen a menta y humedad. Lentamente acerco el cepillo a mis labios y por un momento dudo en darle entrada, como

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