Talento IBERO 2021

72 esa fría risa atormentándome, persiguiéndome, desgarrando mis tímpanos. Maldita sea esa niña, maldita sea su ignorancia y el moco que le colgaba. No podría permitir que el público notara turbación en quien es lienzo ni más ni menos que de la Domina gemmata; me mantuve impertérrita a la oscura presencia de aquella niña. Me conservé orgullosamente erguida, como muro de Babilonia. Me derrumbé al llegar a casa. Lo único que hice aquella noche fue observarme por largas horas en el espejo, quería respuestas. ¿Por qué le había causado gracia a aquella mocosa? ¿Por qué cruelmente se había reído de mí enfrente de todos? Los niños no se dejan afectar por el aire de solemnidad que se respira en los museos. ¿Era acaso envidia? No es una opción que se pueda descartar. O era algo peor, algo terrible, ¿había algo risible en mi aspecto? ¿Acaso no era hermosa? ¿No era la más hermosa? Por más que me miraba en el espejo no entendía, no encontraba alivio a las dudas que me atormentaban. Si mi rostro ocasionó algo tan abominable como la risa, entonces no era lo suficientemente bella. Mi espejo, mi fiel y sincero espejo se mostraba indiferente a mis pesquisas. En un arrebato de dolor y furia lo hice pedazos. Aunque los movimientos bruscos y expresiones faciales me eran imposibles, un rictus de ira se reflejaba en los fragmentos desperdigados de aquél traidor que tantos deleites me había proporcionado. Y el espejo vengándose de su destrucción, reflejó mis ojos aún consternados desde todos sus ángulos. Y entonces lo entendí. ¿Era mi espejo capaz de proponerme un acto tan atroz? ¿O era su última prueba de lealtad o la más cruel de las venganzas? Era ahora yo quien debía mostrar sumisión a la presencia y arte de la Domina gemmata.

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