Talento IBERO 2021

70 Después de la operación dejé de existir, me desligué completamente de mi cuerpo para darle total albedrío a la Domina gemmata; mi voluntad estaba sometida a la perfección de sus formas; ante su hermosura no era nada. Era la idea pasada a los hechos y de ahí a las palabras, el verbo endureciéndose con la gracia de la piedra preciosa. Mi alma había pasado a otro molde más acabado e impecable. Es natural que alegara cuando el director sugirió colocarla en la misma habitación donde se encontraba una exposición temporal de Botero. Por supuesto que me iba a reusar. Habría sido un insulto compartir la sala con el Botero. El director dijo que se contactaría conmigo después, cuando tuvieran todo listo para la entrada triunfal de la Domina gemmata al mundo del arte. Me llamaron a las pocas semanas, el director estaba ansioso por presentarla al público. Había adosado una sala con pinturas en óleo. Un versículo del Eclesiastés daba nombre a la nueva colección: Vanitas vanitatum…, lo cual era lo primero que se veía al entrar a la sala, como si predispusiera al público para ver con ciertos ojos el arte que ahí se exhibía. También había una semblanza en diferentes lenguas donde se explicaba un breve preámbulo de la exposición. La galería estaba llena de preciosos cuadros de naturaleza muerta, bellas jovenzuelas viéndose al espejo, jóvenes en la más desvergonzada de las desnudeces, cráneos posicionados entre las sombras, pero fácilmente reconocibles. La muerte y el esplendor juvenil señalaban lo efímero de la existencia. Los cuadros contaban los miedos, alegrías, frustraciones y anhelos que habían construido a la Domina gemmata. El salón entero era una oda a su existencia. A la inauguración llegó muchísima gente de los más variados lugares. Todos sumisos a la solemnidad que confieren estos almacenes de lucro. Para la Domina gemmata

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