Talento IBERO 2021

69 Me sentía ávida de mí, de mi belleza, una inmensa sed por mi persona se apoderó de mí, por no apartarme nunca del espejo; nunca nada ni nadie habría sido capaz de igualar tal hambre y pasión en mí. Tan dulce era la embriaguez que resultaba al observar mi reflejo Y no me bastaba. No me saciaba el contemplarme en una sola superficie reflejante, necesitaba de varios para poder verme desde todos mis ángulos. Era evidente que después de mí, era un acto de barbarie crear arte. Decidí que sería una injusticia y una enorme muestra de egoísmo de mi parte guardarme para mí sola mi singular belleza. Debía mostrar al mundo los númenes de los que era poseedora. No podía concebir que tanta hermosura fuera apartada del ojo público. Desde pequeña se me educó para tener espíritu magnánimo; sólo el que es generoso será saciado, lo dicen los Proverbios, justo debajo del versículo que menciona que una mujer bonita carente de buen criterio, es como un anillo en el hocico de un cerdo. Yo debía mostrar generosidad con aquellos a quienes la vida negó sus mieles. No puedo evitarlo, tengo un temperamento altruista y sensible. Deseaba llevar el asombro y la alegría que sentía al contemplar mi rostro al mundo. Ese mismo temperamento me había obligado en el pasado a dar ciertas piezas de mi colección personal al museo donde se exhibiría la Domina gemmata como exposición principal. El director del museo me debía un favor. Al principio no entendió mi petición ni el propósito del arte que quería exponer, sugirió que me dirigiera a un museo con temática más inclinada a la contemporánea; imagino sentía temor de que opacara las demás piezas de la galería. Al final aceptó con cierta incertidumbre. Además, dijo, ¿por qué no? Performances más curiosos han visto nuestro siglo.

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