Talento IBERO 2021

62 Bien entiendo que todo en esta vida tarde o temprano encuentra su fin, que todo inevitablemente se marchita, perece, pero ¿por qué debe ser así con lo que tenemos por más preciado? ¿Por qué el inclemente paso del tiempo no permite a lo que nos es tan caro?, ¿a lo sublime, mantener su dignidad y porte hasta el día en que se despiden de este mundo? Ese mes sólo pude dormir tomando antidepresivos y somníferos. Las mascarillas reducían muy poco el daño del insomnio. Sufría por la cruel sinceridad de mi espejo. En mi juventud, todos decían que yo era muy bonita, que mi belleza era exquisita, que con facilidad era la más hermosa de cuantas a mí alrededor estaban presentes. Siempre me veías rodeada de pretendientes, con ninguno me quedaba, a todos rechacé, ninguno era digno de mi atención. Sólo tenía ojos para una pasión, la que hacía revolotear mi espíritu al verme en el espejo: estaba enamorada de mi belleza. Ningún otro amor podía saciar la satisfacción de contemplarme en cualquier superficie reflejante. El sólo hecho de saber que nunca existiría un rostro igual al mío me hacía sentir un hondo placer. ¿A dónde se fueron los elogios?, ¿los ignorados pretendientes? Conforme pasó el tiempo seguían presentes, pero ya no tan constantes. Recordar me causa una breve satisfacción que luego se transforma en una terrible melancolía. Quiero llorar, cómo me gustaría poder llorar. Son en verdad dichosos quienes aún son jóvenes, una vez perdida la juventud la vida pierde su chiste. Ojalá desapareciera el día en que me acostumbre a los piropos, a los pretendientes, al momento en que se dijo: una mujer hermosa ha sido concebida. Maldito sea el recuerdo del gozo que sentía al contemplar mi reflejo, y que después me fue arrebatado dándome en su lugar un dolor al que aliviaría un poco con el llanto, si tan sólo pudiera llorar. ¡Maldito sea el tiempo… inexorable! Ese es el único adjetivo que le sienta bien, por eso se utiliza

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