Talento IBERO 2021

55 sólo con la intención de que entiendas mi necesidad de volverme más astuto para escanciarme de lo ajeno. Leí en alguna parte de Cantares que las pequeñas zorras son quienes echan a perder los viñedos en cierne del Señor, ¿pero acaso estos indefensos animalitos no reclaman lo suyo?, al menos en pago de sus pesares. El Señor monopolizó las viñas y dejó en la hambruna a los pobres animales. Esta metáfora, a mi parecer, esclarece los motivos de mis razones. ¿No te abruman las injusticias?, ¿no te amargan con bilis? ¿No consideras una injusticia que a los ocho años cayera sobre mí la ira de un salón por un crimen que no cometí? Para mis compañeros yo era el ladrón que había robado a alguno de ellos un clip. Puede parecerte una burla a tu comprensión lectora, o algún chiste de mal gusto, y tal vez fuera mejor esto a la verdad. Yo no robé nada, puede parecerte contradicción a lo ya señalado en la narración, pero nunca hubo tal ajenación del clip. La caniquita al menos tenía gracia, brillaba con los claros de lo prohibido. Pero aquel clip era mezquino, indigno de hacerme desear lo ajeno. Mezquino, asimismo, el niño, que surtió desconfianzas entre los de la clase para que, como bestias, se me fueran a la yugular. Entre clases sus amiguitos se me acercaron para declarar su fe en mi inocencia y su miedo a aquél bravucón. La barbarie del salón me crucificaba no como al “buen ladrón”, sino como al desgraciado inocente. Por supuesto estas figuras no explicaban mi mundo en aquél entonces. Así como me ves, yo fui a catecismo, por supuesto, para el rigor puesto a las clases, bien es como si nunca hubiera ido, y ciertamente prestaba poca atención a las lecciones de la monja; a veces se daba el caso de que me saltaba las clases y me escapaba con una amiga (a la que tengo años sin ver) a la parte trasera de la iglesia. Escaparse es el verbo incorrecto, más bien con sus amigas me arrastraba hasta la parte trasera de la iglesia para darme

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