Talento IBERO 2021

45 —¡Mi niño! ¡Mi niño, Señora! ¡Vea usté cómo me dejaron a mi bebé! ¡Mire a mi niño, señora! La cara de Amelia estaba roja y llena de lágrimas; ya la había visto llorar antes, sobre todo cuando mamá la regaña por hacer las cosas mal, pero nunca así. Sobre sus brazos se mostraba la imagen más monstruosa que jamás he visto; el rostro de Nathanael, o lo que antes era su tierno rostro, estaba cubierto de hormigas, grandes manchas rojas lo deformaban. Pero lo que más llamó mi atención fueron sus labios, o mejor dicho, donde debían de haber dos delicadas líneas, había una sangrante herida llena hormigas que iban y venían y mordían su suave carne de bebé. Las mejillas también sangraban, había grandes manchas oscuras donde antes había cachetes llenos de vida. Los ojos de Nathanael estaban cerrados, las hormigas seguían moviéndose por su rostro, babero y mameluco. Mi madre lanzó un grito y Laura comenzó a llorar. Yo dejé caer el termómetro. Mamá nos lanzó una mirada llena de incomprensión y terror, como nunca antes había visto, y nos mandó enseguida a nuestros cuartos. Amelia se aferraba a su niño y lloraba a mares. En cuanto salimos del comedor mamá comenzó a hablar, Laura y yo nos quedamos en las escaleras para escuchar. —¿En qué cabeza cabe traer semejante visión aquí a la mesa, sobre todo estando los niños? —Señora, mi bebé no respira, no se mueve, no… Mi bebito querido. Los niños, señora, algo han de saber.

RkJQdWJsaXNoZXIy MTY4MjU3