Rúbricas 8

87 Así, en el aprender enseñando o enseñar aprendiendo se busca ir construyendo otras relaciones humanas y económicas. Unas que no surjan de la eficiencia competitiva sino de la solidaridad, a partir de estas bases epistémicas del Sur que se expusieron antes. Pero lograr mantener este proceso sin la participación en el mercado y la competencia global es muy difícil, y tampoco buscamos prescindir de ello. Confiamos en que dentro de ese sistema despiadado también podemos construir relaciones de solidaridad y de confianza. Así, k’un k’un –“despacio, despacio”, como dicen allá– podemos ir construyendo esas otras economías desde el seno de la existente.11 Aunque contarlo aquí es sencillo, la práctica lo es mucho menos. Todos y todas cargamos con habitus y modos importados del pensamiento hegemónico que complican este intento. Sin embargo, asumimos, como explica Isabel Rauber (2013), que será muy difícil contar con las teorías de otras economías antes de contar con las prácticas que las sustenten. Es decir, que los modelos de otras economías surgirán a partir de las experiencias alternativas de producción y de construcción de otras formas de hacer economía. Es en estas experiencias donde convive contradictoriamente lo viejo y lo nuevo; así es la búsqueda, así es el aprendizaje. En estas épocas el pesimismo se apodera de las mentes impacientes y la ausencia de rupturas completas a partir de los procesos de economía solidaria genera escepticismo, pero no podemos esperar que estas construcciones generen transformaciones profundas de la sociedad en el corto plazo (Santos y Rodríguez, 2002; 56). Y no perseguimos estos cambios en el corto plazo. ¿Qué tan profundos asumimos los cambios que requerimos? La nueva organización económica no es sólo una tarea intelectual, supone también una serie de cambios profundos en nuestro interior, nuestra concepción del mundo y nuestro sistema de valores (Capra, 1982: 124). ¿Se trata sólo de construir otra economía o de construir otra sociedad? (Marañón-Pimentel, 2012). 11 Pensamos que propuestas como ésta, de cooperativismos de mercado, no deben ser entendidas ni juzgadas como las alternativas en sí, sino como pasos intermedios en la construcción de esos Otros Mundos, pasos que permitan, primero, la subsistencia de nuestros pueblos. Cuidando siempre que en este quehacer se vayan construyendo esas nuevas formas de relación social y humana. Algunas reflexiones finales Compartimos, creo, la idea de que en este mundo moderno-industrial “todo –o casi todo– está mal”, la forma de hacer economía, política, educación, producción, conocimiento, medicina, etc. Habrá que reconocer pues que atrás de estos quehaceres humanos hay una forma de ver y ser en el mundo que construye estas instituciones. Lo que está en crisis –y lo que se está derrumbando– es el ego moderno y su interpretación materialista de la realidad; esta crisis abre la puerta a un mundo postmaterialista, cuya mirada genera cooperación y solidaridad a partir del gozo y el amor (Pigem, 2009: 91). En este contexto las epistemologías del Sur, cuyas raíces epistémicas y de Ser son distintas de la moderna, son pertinentes y necesarias. El mundo futuro, si ha de ser, será de modos y formas mucho más parecidas a las del Sur, que a las de Norte industrializado. Como explica Esteva (2014), nuestra lucha, más que contra ese sistema opresor, es contra esta mentalidad moderna que nos ha dominado y que nos corroe por dentro. Este camino es más complicado porque el sistema que se cae a pedazos no cae allá afuera sino sobre nosotros y con base en el despojo de nuestros pueblos. Resistir y luchar contra este sistema es algo imprescindible, pero no es para nada suficiente. Esta resistencia sólo valdrá la pena si en su proceso va construyendo la forma alternativa de lo que sí se quiere en este mundo. Además, sólo así tendrá futuro, ya que esta forma capitalista dominante no dejará de existir hasta que se hayan construido las formas de organización social que la sustituirán12 (Esteva, 2013b). Más que luchar para derrumbar este sistema y sus estructuras opresoras como lo intentaron las revoluciones tradicionales, habrá que construir los procesos autonómicos que las conviertan en obsoletas; así perderán su sentido y su capacidad opresora sobre nosotros. De modo que, como explica Esteva (2014), se trata de convertir la lucha de los sustantivos –como educación o salud– en una construcción de los verbos –como aprender o sanar. Los sustantivos nos colocan en una posición pasiva, que recibe, mientras que los verbos –las acciones– nos regresan a la posibilidad de conseguirlos, con nuestros medios y formas. De esta forma las estructuras que otorgan esos derechos y servicios van perdiendo su capacidad de opresión. Esta construcción de espacios liberados puede darse en cualquier lugar donde estemos parados, es justo en el seno de la vieja sociedad donde podemos crear nuevas formas de relaciones sociales (Esteva, 2009). La cuestión no es dónde intentamos generar los cambios, sino cómo lo hacemos. Por ejemplo, incluso desde las propias instituciones oficiales del Sur podríamos romper los esquemas desarrollistas planteando y ofreciendo algo similar a una “Ayuda Oficial para la Vida Buena” Sur-Norte, en contraparte a esa dudosa “Ayuda Oficial para el Desarrollo” Norte-Sur. O se podría reconocer –como propone la Carta de la Transdisciplinariedad (1994)– el derecho de ser habitantes de la Tierra, tener así una doble pertenencia, a una nación y a la Tierra. 12 Poniendo el caso del zapatismo, así explican su respuesta ante la pregunta ¿y ahora, qué hacemos?, después de haber recuperado buena parte de sus tierras en el alzamiento armado de 1994: Y en lugar de dedicarnos a formar guerrilleros, soldados y escuadrones, preparamos promotores de educación, de salud, y se fueron levantando las bases de la autonomía que hoy maravilla al mundo. En lugar de construir cuarteles, mejorar nuestro armamento, levantar muros y trincheras, se levantaron escuelas, se construyeron hospitales y centros de salud, mejoramos nuestras condiciones de vida. En lugar de luchar por ocupar un lugar en el Partenón de las muertes individualizadas de abajo, elegimos construir la vida. (ezln, 2014).

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