Rúbricas 12

42 ejemplos de la estética que soporta este espíritu y uno de ellos es la obra de Jeff Koons. Retomo el efecto de dopaje con el que las drogas llevan al hombre contemporáneo, para equiparar sus efectos alucinógenos con la experiencia edulcorada del arte pulido que no ofrece resistencia y provoca un anestesiado “me gusta”. “Jeff Koons dice que lo único que tiene que hacer el observador de su obra es emitir un simple ‘Wow!’ […] nada debe conmocionarlo, herirlo ni asustarlo.”26 Para que su obra generara una experiencia profunda que cuestione y resignifique, tendría que representar cierta negatividad, cierto espesor evidenciado por, al menos, una grieta27 y es todo lo contrario: positividad total. “En opinión de Gadamer, la negatividad es esencial para el arte. Es su herida.”28 Tal perfección no provoca ni siquiera una esencial compensación en el imaginario del hombre. Está ahí la superficie pulida para que se vea a sí mismo en un campo visual en el que no hay espacio para la alteridad. Han nos dice: “Hoy resulta imposible la experiencia de lo bello. Donde se impone abriéndose paso el agrado, el ‘me gusta’, se paraliza la experiencia, la cual no es posible sin negatividad”.29 Pareciera que los humanos tardomodernos se conforman con la placentera sensación de no tener contradicciones y que el fluir de su conciencia no tenga tropiezos, a la manera del streaming digital. En este sentido, la comunicación se acelera, los espacios de encuentro se multiplican; pero comunicación, encuentro, ¿con quién? Es el hombre volcado al vacío de su solipsismo reflejado en un juego infinito de espejos. Baudrillard bautiza a éste, como el hombre fractal: Como en los fragmentos de un holograma, cada añico contiene el universo entero. Esta es también la característica del objeto fractal: reencontrarse por entero en el menor de sus detalles. Por la misma razón, podemos hablar hoy de un sujeto fractal que, en lugar 26 Ibídem: 9. 27 Que recuerda desastre y muerte. 28 Byung-Chul Han, La salvación de lo bello: 13. 29 Ibídem: 14. de trascenderse en una finalidad o un conjunto que le supera, se difracta en una multitud de egos miniaturizados, absolutamente semejantes entre sí, que se des multiplican embrionariamente como en un cultivo biológico, saturando por escisiparidad su entorno hasta el infinito.30 La obra de Koons invita al tacto que elimina toda distancia, aquella que la vista necesita para descubrir e interpretar. Chul Han cita a Barthes, para quien el sentido del tacto es “el más desmitificador de los sentidos, al contrario de la vista, que es el más mágico”.31 Ante la falta de mística, todo es profano, consumible. A través de los medios, la comunicación visual busca el streaming, por tanto, debe fluir impecable, eliminar la distancia. Estar siempre visible. Parecer pulida al tacto. La exhaustiva visibilidad del objeto destruye también la mirada. Lo único que mantiene despierta la mirada es la alternancia rítmica de presencia y ausencia, de encubrimiento y desvelamiento, como lo erótico. La permanente presencia pornográfica de lo visible destruye lo imaginario. Paradójicamente, no da nada a ver.32 En este orden de ideas, el tipo de estética que no ofrece resistencia se refleja en las relaciones de pareja: el amor debe ser agradable, objeto de disfrute sin consecuencias. De ahí se sigue la pretensión de que el otro sea parte del sí mismo.33 Un elemento más que analiza Han y confronta al erotismo con la pornografía es el imperativo de la higiene. “Según Bataille, la esencia del erotismo es el ensuciamiento. En consecuencia, el imperativo higiénico sería el final del erotismo. El erotismo sucio deja paso a la pornografía limpia.”34 Así, lo 30 Baudrillard, El otro por sí mismo: 34. 31 Barthes, Mitologías (1999):155. 32 Byung-Chul Han, La salvación de lo bello: 14. 33 Martin Buber habla de la “distancia originaria” como una condición de posibilidad para la alteridad. Diálogo y otros escritos. 34 Ibídem: 16. Wow! “Jeff Koons dice que lo único que tiene que hacer el observador de su obra es emitir un simple ‘Wow!’ […] nada debe conmocionarlo, herirlo ni asustarlo.” Para que su obra generara una experiencia profunda que cuestione y resignifique, tendría que representar cierta negatividad, cierto espesor evidenciado por, al menos, una grieta y es todo lo contrario: positividad total.

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