Rúbricas 12

28 Si la revelación debe realizarse, sólo se realizará en esta esfera. Por eso, el arte es la finalidad del mundo y el inconsciente destino del aprendizaje.14 De esta reflexión, parte su propuesta para el comienzo de la pintura: “Hacer que nazca el hecho pictórico, luchando contra los datos sin caer por ello en la catástrofe, lo que define la tarea del pintor” (Castilla: 54); porque la conjunción de ideas que deviene del conocimiento y el ímpetu por mostrar la representación del artista implica establecer un caos que, para Deleuze, significa desenmarañar tales ideas mediante la convivencia con ellas: la creación de una armonía que parece salir del mismo caos. Se suele decir que la pintura nace del control de la mano dibujante sobre las manchas de pintura de cierto material, pero Deleuze apunta a que es cuestión de encontrar la figura ya determinada por el caos, lo cual acontece con la mano pintora y los materiales para ilustrarlo. De ahí que una parte fundamental del arte plástico en relación con otras artes obtiene la siguiente característica: Si el pintor no pinta sobre un lienzo en blanco, al igual que el escritor no escribe sobre una página en blanco, sino sobre una página atestada o un lienzo atestado, es porque el acto fundamental tanto de la escritura como de la pintura consiste en suprimir, no necesariamente lo falso, sino otro tipo de cosas sólo susceptibles de ser valoradas por medio de categorías más finas que las de verdad o falsedad, tales como lo importante, lo esencial y lo inesencial [sic], lo notable y lo ordinario, etcétera.15 De esta manera, la comunión entre la literatura y la pintura puede ser analizada bajo infinitas miradas que no pueden apuntar a la exclusión de alguna de ellas. Sin embargo, las definiciones académicas e históricas de ambas disciplinas se ven mermadas por la polémica actual de la indefinición concreta 14 Deleuze en Castilla Cerezo, Antonio. (2014). “La cosa en su presencia: Gilles Deleuze y la pintura”. Fedro, Revista de Estética y Teoría de las Artes. Barcelona: Universidad de Barcelona: 50. 15 Ibíd.: 54. por el arte o sus disyuntivas discursivas, lo cual no debería limitar en absoluto la capacidad de encontrar expresiones que exploren a profundidad lo esencial productivo de ambas artes. La propuesta es la écfrasis como método de acercamiento de este concepto del pincel dual a una tradición poco conocida en lo cotidiano, pero sumamente ilustrativa para cualquiera que haya experimentado la catarsis de la palabra poética y el trazo estético. Écfrasis: punto de comunión Las poéticas transformadas en géneros literarios, y la estética como nueva disciplina que estudiará el dictamen para aplicar a las obras de arte, se verán obligadas a asumir un reto aún más complejo y fascinante: el sincretismo con las artes plásticas. Como bien hemos dicho, las manifestaciones artísticas que han salido a la luz han sido para la divinización de un discurso único, sea a los dioses o a uno solo, a la naturaleza o al hombre. Desde siempre, los atisbos de la literatura y la pintura se han marcado en un estrecho vínculo, al recrear imágenes que dotan de símbolos al mundo y que afectan de igual manera al ser humano admirando o leyendo una obra. Una de las presentaciones que abarcan ambas artes se ha denominado “écfrasis”. Esta práctica surge del concepto de “proclamar, afirmar” o “dar la palabra a un objeto inanimado”, del griego ek (fuera) y de phrasis (palabra). El primer testimonio de este término lo encontramos en Hermógenes de Tarso en su obra Ecphrasis Progymnasmata, y ha sido uno de tantos referentes grecolatinos que parece remitirnos al discurso retórico, ya explicado por Yates cuando dice que “la distinción en la memoria de palabras, esencial para nosotros, se logra mediante una gran variedad de imágenes”,16 lo cual implica el compromiso del arte pictórico y literario en una misma causa: dotar del significado y fomentar la comunicación de los elementos de la vida, Para la crítica mexicana Luz Aurora Pimental, la écfrasis se entenderá coloquialmente como la capacidad de dibujar con las palabras. Para ella, “el texto ecfrástico 16 Yates, op. cit.: 36.

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