Rúbricas 12

Rúbricas XII Literatura y Filosofía y su relación con otras disciplinas 113 trabaja para el rey, el jefe de una banda de narcotraficantes, en los Trabajos del reino (2004), de Yuri Herrera. En el ámbito de la sabrosa música latinoamericana tenemos a Los reyes del mambo tocan canciones de amor (1989), de Óscar Hijuelos; Ella cantaba boleros (1966), de Guillermo Cabrera Infante; y El cantor de Tango (2004), de Tomás Eloy Martínez. Para terminar esta compilación que despertó Clowns, resta mencionar unas cuantas novelas que tienen a rockeros como protagonistas: Las jiras (1973), de Federico Arana; Pasto verde (1968), de Parménides García Saldaña; Polvos de la urbe (1987), de Víctor Roura; y Broadway express (2011), de Iván Ríos Gascón. Seguramente esta nómina de novelas, incitada por la lectura de Clowns, puede ampliarse para analizar el imaginario que construyen los escritores sobre los músicos, la creación y el campo musical. Pero este repertorio será para otro concierto. La encrucijada en la que confluyen la novela y la música y el rock es multifacética. Fernando Navarro, crítico musical de El País, los resume en tres ámbitos: los escritores y los íconos, los escritores y las canciones, y la música y las emociones. En el primer caso se ha publicado una cantidad modesta de biografías noveladas en las que un escritor o un crítico musical ensaya contar literariamente la vida de un músico por el que ha sentido fascinación. En esta línea son recurrentes casos en los que, más que una idolatría apologética, la licencia literaria resulta un pretexto para ahondar en la complejidad de la personalidad del músico y sus relaciones con el mundo que lo rodeó, lo ignoró, lo encumbró y/o lo sepultó. En el segundo y tercer aspecto, la música o los músicos han servido de inspiración para escribir novelas en las que el proceso de creación o las canciones juegan un papel preponderante para definir personalidades o para acentuar ciertas circunstancias y experiencias vividas por los personajes. Las referencias desde esta perspectiva podrían ser Nick Hornby, Jack Kerouac, Haruki Murakami (Tokyo Blues), Beat Easton Ellis (Psicópata Americano) o Julio Cortázar en las sesiones del Club de la Serpiente o el colombiano Andrés Caicedo con la salsa en ¡Que viva la música! Bueno aquí ya tenemos otro repertorio que puede afinarse, pero para otra tocada. Fotografía: Intervención sobre original de freepik

RkJQdWJsaXNoZXIy MTY4MjU3