Pasos Nueva Época 7

3 Alicia Patricia Balderas Romero* iNNOVAND La sociedad actual se encuentra regulada en muchos procesos de su desarrollo por mecanismos de evalua- ción, certificación y diversas modalidades de validación de capacidades de toda índole. Esto se constata de forma especialmente evidente en el campo de la educación superior, en donde existe un número impor- tante de modalidades de evaluación con diferentes características y para diversos fines que ponderan rubros tales como los programas y planes de estudios o los procesos administrativos, sin dejar de considerar, por supuesto, el aspecto vertebral de los procesos de enseñanza-aprendizaje. Dentro de estos últimos, uno de los principales blancos de evaluación es el de la lengua extranjera. Éste cobró relevancia durante la década de los años noventa del pasado siglo, impulsado en gran medida por dos influencias importantes; la primera: la “Declaración Mundial Sobre la Educación Superior en el Siglo XXI: Visión y Acción” UNESCO (1998); y, la segun- da: el vertiginoso desarrollo de las, en ese entonces, denominadas Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTIC). Estos dos hechos generaron nuevas dinámicas de vinculación y movilidad en el medio universitario. La declaración enfatiza la nece- sidad de la internacionalización de la educación superior que implica la movilidad académica interna- cional de alumnos, académicos e investigadores. De ahí, el incremento de la vinculación entre instituciones, allende las fronteras nacionales. Lo anterior gestó una interacción inusitada que tuvo como catalizador importante la inclusión de las NTIC en las relaciones interuniversitarias. Fue así como el manejo de una lengua extranjera se convirtió en una competencia necesaria para desen- volverse en el nuevo escenario académico universitario en toda su amplitud y complejidad. Lo que requirió el establecimiento de estándares y niveles de logro o dominio cuyo alcance redundase en el fortalecimiento de los objetivos de la formación universitaria en todos los planos, es decir, no sólo en el aspecto profesional, sino también en el de la capacidad de actuación del ciudadano contemporáneo, en el contexto intercultural que caracteriza nuestro mundo. Ante tal necesidad, el Consejo de Europa determinó establecer un marco común para la evaluación de las lenguas que se concretó en el documento: Marco Común Europeo de Referencia (MCER). El proceso de construcción de dicho marco tomó una década, que comprendió del año 1991 a 2001. Sin duda alguna, es un trabajo sólidamente sustentado en el nivel teórico y que al día de hoy no tiene parangón. Su uso se ha extendido globalmente y se podría afirmar que en la actualidad es el parámetro internacional por excelencia en cuanto a la certificación de competencia de una lengua extranjera. Incluso, exámenes de certificación diseñados al inicio de la segunda década del siglo XX definieron sus correspon- dencias en términos de las bandas de logro que el MCER determinó. En el escenario nacional actual, una buena parte de las Instituciones de Educación Superior (IES) estable- cen criterios de dominio de lengua extranjera, gene- ralmente como requisito de egreso en el nivel de licenciatura y un modelo combinado de ingreso o egreso para los niveles de maestría y doctorado. La Ibero Puebla no ha sido la excepción, fue una de la primeras IES en la región en instaurar una política de lengua extranjera para los estudios de licenciatura, desde el año 1997. “…EL MANEJO DE UNA LENGUA EXTRANJERA SE CONVIRTIÓ EN UNA COMPETENCIA NECESARIA PARA DESENVOLVERSE EN EL NUEVO ESCENARIO ACADÉMICO UNIVERSITARIO EN TODA SU AMPLITUD Y COMPLEJIDAD.” ¿Por qué certificamos lenguas extranjeras en la Ibero Puebla?

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