Gaceta de Literatura IBERO Puebla

de encontrar a media calle los lirios que palidecen en el vergel embriagante de la catorce Poniente. Una de sus florecillas me jala concupiscente por una calle aledaña a un hotelucho de muerte. Sus ojuelos son mercantes, besos de piropo ardiente, su piel es de almendra fría, su voz un cítrico hiriente, con toque áspero y sediento me desviste lentamente. ¿Cuál no será mi sorpresa cuando siento sobre el vientre una palpitación suave de una pitera incipiente? No sé si se me comprenda. ¡Claro que sí, usted me entiende! Me le aparto estupefacto, transmutado es el deleite, con atropello me visto maldiciendo el accidente y salgo al frío nocturno de la catorce Poniente para ver qué se pregona, quizá esta vez tenga suerte, pues tiene tantas sorpresas mi paraíso pedestre. La mejor calle del centro, oh, mi catorce Poniente, por algunos cuantos pesos dame amor de tus mujeres; sin necesidad de labia, joyas, promesas o pieles, sin peligro a enamorarme probaré las tibias mieles de florecillas silvestres de la catorce Poniente. na Morales Mendoza De nuevo Eros, que los miembros afloja, me sacude, una fiebra dulciamarga, imbatible. ―Safo de Lesbos

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