Talento IBERO 2021

82 Esperando el aullido El silencio nace de la angustia de tu alma, de una conciencia sometida, sobajada, por una cárcel que no es sino el cuerpo. Pero, ¿y si esa maquinaria catalogada por los biólogos como perfecta de repente no reaccionara?, ¿eso no lo vuelve un grillete de mayor crueldad? El que no responda tu máquina demuestra lo inhumano del cuerpo. Tú, alma. Tú, conciencia. Breve manifestación de la idea creadora, arrojada con violencia al mundo para experimentar mediante los sentidos, a través de esos engañosos barrotes el dolor. Pero no es dolor lo que ahora sientes, no es la pena lo que constriñe tu pecho, tu malestar es un grito torcido, atorado, la angustia de la muerte acompasada por la más honda de las penumbras. No voltees, no te atrevas. De cualquier forma, no puedes. Tan próxima está tu rigidez a la estatua de sal. Resiste la seducción de volver la vista hacia atrás. La auto prohibición te induce el vago deseo de quebrar tus miedos y encontrar… ¿encontrar qué cosa? La forma del miedo. En tu cabeza danzan los espectros, tu más próximo referente son las taquilleras películas de suspenso. La imaginación se vuelve tu castigo. ¿No sería mejor acabar con la espera? Termina con la sensación contenida en tu pecho. Atrapada contigo. Envolviéndote con más fuerza que la manifestada por tu desconectado cuerpo. Si algo te fuera a lastimar, ya lo habría hecho. ¿O acaso eso que te inmoviliza espera el exquisito instante de contemplación? Quizá se goza con el brillo producido por el miedo en tus ojos, para luego, por su mano, extinguirlo. Entonces, mientras no te muevas, mientras no voltees, estás a salvo. Sólo aguarda al alba. ¿Qué hora es? No puedes (igual, no te atreves) extender tu brazo para consultar la alarma. Podrías gritar, alguien dentro de la casa vendría corriendo. Necesitas la confirmación de que sobre ti no hay nada. Gritas. Un hilo de angustiosa voz tambalea entre tus labios. Lo intentas otra vez. Otra vez sin éxito. La tercera logras producir un sonido parecido a una vocal que se torna en quejido. El miedo mezclado con el esfuerzo hace brotar sobre tu sien una gota de sudor.

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