Talento IBERO 2021

35 De hecho, podría darse fe de la inconfesa resignación del opuesto litigante, pues ya sabía de antemano que perdería, se dedicaba simplemente a dar las patéticas patadas de un ahogado. Este era una actitud normalizada entre quienes se enfrentaban al abogado de hermosura desmesurada, porque salía victorioso de todos los procesos en donde se presentaba. Era el Aníbal del mundo jurídico. No se debe, sin embargo, a la eficacia o estratagema de sus apelaciones, estos eran un mero hecho añadido. Siempre tuvo facilidad para ganar sus pleitos, inclusive de niño, cuando entraba en disputa con algún compañero (cosa que realmente casi nunca sucedía por las razones ya manifestadas), sus demás conocidos se posicionaban de su parte para dar fin al enredo. Resultaría difícil describir su semblante o el motivo que hechiza al público, es un tipo alto, con una nariz delicadamente aguileña, ojos alegres, faz risueña. Quizá es la sorpresa producida por la presencia de estos atributos en alguien que vive codeándose con el mundo de la burocracia. Imposible mantener la sonrisa cuando, en efecto de cascada, se escancia con cierto ritmo y cadencia la mierda burocrática. En su rostro no asomaba culpabilidad alguna por dar inocencia a tanto culpable. El público (más concentrado en observar sus facciones y gestos que atender al juicio), a pesar de ser conocedor de esto, no podía enfadarse, era algo que se acataba, como se acata el cambio de las estaciones o el ajuste de horarios de quien viaja de un continente a otro. Notó un miembro del jurado incómodo a la hora de ser revelado el veredicto. Una vez acabado el juicio y como le era costumbre para descansar la mente después de haberle dado brillo, se dirigió a la taberna. No quiera confundirse el lector, nuestro abogado no es un hombre de vicios, sólo es su simple forma de celebrar sus victorias, si bien, debido a la

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