Talento IBERO 2021

34 El abogado más hermoso El litigio daría comienzo en cualquier momento. Sería un juicio como cualquier otro, no obstante, y para ser justos, ha de reconocerse la potencia de una batalla legal para sembrar el sino de una generación en la historia de la humanidad. Pensemos en Orestes, a quien Esquilo dio voz contra las acusaciones de las Erinias por el asesinato de su madre; en Sócrates, sentenciado a la muerte por cicuta por envenenar la mente de la juventud ateniense (por citar algunos famosos casos del Areópago); o bien, para tener algo más próximo a nuestro mundo traigamos a colación los juicios de Núremberg que sacudieron al pasado siglo. Sin embargo, los procesos jurídicos de los que aquí se hace mención, poco pueden relacionarse con la crudeza del matricidio, el despertar de la ciencia o el genocidio. Es un asunto común y quizá trivial, sin dejar de asombrar las conciencias de los expectantes, pues un coraje rencoroso suele inducir quien vive del erario público. Pero poco importa dar constancia aquí de los argumentos que corrieron de un lado de la sala al otro, de las delegaciones e incluso de la veracidad de los hechos. Todos en la sala (incluidos los medios) ya sabían el veredicto: el acusado saldría libre. Esto no debe observase con ojos suspicaces que busquen las irregularidades del proceso. La razón es simple, si en verdad se insiste en contemplar los hechos a través de estos ojos de nada serviría por ser algo ya perteneciente al dominio público. La razón se acepta de forma parsimoniosa, con la parsimonia con que Moisés recibió el mandamiento en el monte Sinaí, o inclusive con docilidad curiosa, como la del bovino que no teme el visible cuchillo del carnicero o la del padre que acepta sin repelar el sacrificio de su hijo. Pero nada se podría hacer, pues la descomunal belleza del abogado defensor hacía a todos estremecerse y aceptar la suerte del juicio con gusto.

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