Derechos Humanos / Anuario 2020

DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2020 181 fortalecer las relaciones de poder en la sociedad afuera del hospital. “Una relación política que estructura toda la vida de un hospital psiquiátrico, se convierte en discurso racional” (ídem). Dentro del hospital, el enfermo aparece, sin duda, como el blanco de la relación de poder político, pero se convierte entonces en el objeto de un saber, de un discurso científico en un sistema de racionalidad general, que se ve reforzado por ese hecho mismo, ya que la racionalidad adquiere así el poder de conocer no solo lo que pasa en la naturaleza, en el hombre, sino lo que pasa en los locos (Foucault, 2016: 21). Las mujeres usuarias de los servicios de gineco-obstetricia de los hospitales públicos se convierten en objetos del saber científico, el cual tiene el poder de saber y de decir qué pasa y qué debe de pasar con las mujeres. La ginecología y la obstetricia tienen el poder de decir qué es lo normal, lo patológico, cómo se van a hacer las intervenciones y cuándo, en qué tiempos. Todo esto sin consultar a las mujeres, sin cuestionarse siquiera qué sienten o piensan al respecto. En El nacimiento de la clínica, Foucault (2006) afirma que, en el siglo XIX, se dio lo que él denomina “La soberanía de la mirada”, la cual daba por resultado, de un solo golpe, lesiones y patologías: la mirada ejercía sobre la verdad “un derecho de origen”. Al trasladar este concepto a la violencia obstétrica, podemos ver que la medicina crea su verdad sobre el embarazo y el parto. Para Foucault, la enfermedad es “un dato histórico y transitorio”, y podemos decir que también el concepto actual de embarazo y parto es histórico. Foucault (2006) comenta que el Estado debía tener control sobre la medicina, a través de validarla y protegerla legalmente; debía evitar, por medio de ella, que “la atención a domicilio” convirtiera al paciente en “una víctima”. Actualmente, el personal médico está validado por el Estado, a través del título y la cédula, expedidos por la Secretaría de Educación Pública (SEP); esta validez le ha sido negada a las parteras. A su vez, Foucault (2006) afirma que el embarazo y el parto, antiguamente, eran asociados a la naturaleza (La Madre Tierra), a la siembra y las cosechas. La medicina pretende domar la “naturaleza salvaje” del embarazo y el parto, tenerla bajo control, desnaturalizándola. El médico sólo ve “enfermedades torcidas”, por lo tanto, para él, el embarazo es peligroso, es una enfermedad. Foucault (2006) hace una distinción entre la medicina que actúa (la hospitalaria) y la medicina que espera (a domicilio), la cual ayudaba a la naturaleza sin violentarla. Y agrega que “el lugar natural de la enfermedad” es el hogar que, a su vez, es “el lugar natural de la vida”. Si trasladamos esta idea al contexto del parto, el lugar natural del parto es el hogar. Las parteras acompañan a las mujeres en su proceso, en su casa, con las otras mujeres de la familia y amigas. La mujer que da a luz en un hospital es alejada de su casa, de su familia y amigas, y es llevada a un lugar lleno de gente extraña, que intentará someterla. También, Foucault (2006) asevera que la medicina hospitalaria

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