Derechos Humanos / Anuario 2020

122 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2020 entre diversas formas de violencia social y la violencia de género aún no han sido estudiadas a profundidad (ONU Mujeres, 2012). La violencia feminicida es un fenómeno complejo, en donde intervienen múltiples factores y aristas, por lo que se requiere un análisis georreferenciado para evidenciar las manifestaciones de esta violencia, sus dinámicas y los factores asociados a ella. Recordando que el análisis de los factores sociales, políticos y económicos implicados en el asesinato de niñas y jóvenes en Ciudad Juárez fue considerado por la Corte IDH como un elemento medular para comprender las características del Caso Campo Algodonero. Además, a juicio de la Corte, un adecuado análisis de este contexto, por parte de las autoridades mexicanas, tendría que haber fundamentado medidas de prevención y erradicación de esta violencia y de protección a niñas y jóvenes en mayor riesgo. Se ha observado que violencia de género contra las mujeres se articula e incrementa en conjunción con las dinámicas macro y micro sociales, como son las situaciones de guerra y conflictos armados, las crisis económicas, las crisis de instituciones públicas, el alcoholismo, el uso de drogas, la criminalidad y el crimen organizado (ONU Mujeres, 2012: 11-12). Un análisis contextual y a profundidad permitiría evidenciar la urdimbre de estas articulaciones en casos específicos; ayudando a develar los sentidos, valores y las pautas culturales, políticas y económicas globales y locales, imbricadas en la reproducción y escalada de esta violencia (Segato, 2013). Así como las formas de interconexión entre los distintos tipos y modalidades de violencias que configuran el continuum que desemboca en violencia feminicida. Por todo ello, el análisis de la violencia feminicida requiere análisis cualitativos y cuantitativos, así como la adopción de perspectivas y metodologías de investigación que traten de escapar de los lugares comunes y de los planteamientos genéricos para abordar la complejidad e interconectividad de la violencia y distinguir sus manifestaciones locales o regionales. Esto hace necesario articular los análisis de género con otros enfoques. Se requieren estudios multi e interdisciplinarios elaborados desde distintas ramas de las ciencias sociales en diálogo con otros saberes, que recuperen perspectivas críticas y que permitan entrecruzar dinámicas estructurales con otras coyunturales, que articulen la interconexión entre lo global y lo local, sin perder de vista la necesidad de identificar los puntos neurálgicos que habría que atender para enfrentar y prevenir la violencia feminicida en su manifestación local y regional. En segundo lugar, un análisis adecuado de la violencia feminicida tendría que ayudar a identificar los grupos de mujeres que experimentan la violencia feminicida y aquéllas en mayor riesgo de hacerlo en el corto plazo. Si bien la violencia feminicida, como ya se indicó, está basada en la discriminación de género y en la misoginia, no todas las mujeres padecemos las violencias en las mismas formas e intensidad. Es necesario identificar a los grupos de mujeres que, en cada espacio, se encuentran en riesgo de muerte por violencia feminicida, es decir, a las mujeres en situación de mayor vulnerabilidad frente a esta violencia, en un espacio y momento determinado.

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