Rúbricas 8

82 Primavera 2015 Así pues expondremos algunas “premisas epistemológicas” que pueden ser útiles para imaginar y construir otras economías y otros mundos posibles, no como una promesa proyectada a futuro, sino como un proceso que ya está andando. Primero abordaremos algunas ideas que surgen de estas nuevas –y no tan nuevas– visiones del mundo, continuando con algunos postulados provenientes de las epistemologías del Sur. Presentaremos después cómo intentamos llevarlo a cabo en el grupo de economía solidaria Yomol A’tel y concluiremos con algunas reflexiones sobre estos tiempos de cambios y transiciones. Algunas nuevas –y no tan nuevas– visiones del mundo Existen diversas corrientes epistémicas dentro de la tradición científica desde las cuales se intenta trascender el paradigma cartesiano. Entre ellas encontramos las propuestas de transdisciplinaridad y pensamiento complejo, el holismo, la física cuántica y las nuevas concepciones de la vida en la biología y la teoría de sistemas. No pretendemos hacer un repaso de estas propuestas sino sólo exponer algunas ideas relevantes. Fritjof Capra (1996) explica cómo en la física y la biología se ha constatado que los sistemas son totalidades que carecen de significado como entidades aisladas. Las partículas subatómicas, por ejemplo, sólo pueden ser entendidas como relaciones (que incluyen al observador y al proceso de medición); esto implica que las partículas –las cosas– no son tanto cosas sino interconexiones y sólo así pueden ser entendidas y explicadas. Si esto aplica para los objetos del mundo, mucho más evidente es para los procesos. Así, las crisis económica, ambiental, política, cultural, epistemológica, etc., no pueden ser entendidas por separado. Es necio seguir pensando la pobreza como un problema económico o la sustentabilidad como una cuestión ambiental. Todos los eventos son transdisciplinares, o más bien adisciplinares, las disciplinas son la ficción. Una mirada relacional entre humanos y Naturaleza pasa por superar el dualismo Sujeto-Objeto que ha caracterizado al conocimiento moderno. Asumir esto implica reconocer que la materialidad existente, desde los microbios hasta las galaxias –junto con la realidad no-material existente– forma una red de procesos multidimensionales interconectados. Tolle (2005: 246) explica cómo nuestra percepción –a través de los sentidos y la mente racionalizadora– y nuestro torrente de pensamientos compulsivos son lo que nos apartan e impiden percibir esa unidad de todas las cosas. Sólo cuando se logra percibir sin interpretar –como lo saben muchas filosofías orientales– se puede acceder a esa conexión más profunda con el Todo. Niels Bohr, uno de los más destacados físicos del siglo xx y quien fuera uno de los primeros en defender que ningún fenómeno es hasta que es un fenómeno observado, explicaba las profundas implicaciones epistémicas y ontológicas de estas nuevas visiones afirmando que “quienes al oír hablar por vez primera de física cuántica no se escandalizan es que no la han entendido” (citado en Pigem, 2013: 119). Lo observado, sea en la física, en la economía o la biología, no puede entenderse por separado de quien lo observa; somos co-autores y co-creadores de un pluriverso de relaciones.2 Jordi Pigem (2009: 144) explica cómo, aunque distintos grupos asumen estas ideas, no se ha logrado construir un marco conceptual práctico y coherente. Esto es porque seguimos en la inercia de creer en una realidad material, con sus leyes universales, que es independiente de nosotros. Para romper con esta inercia Morin (1977) propone empezar a construir meta-puntos de vista que permitan integrar en el análisis a los fenómenos observados con su observador. La cosmovisión hegemónica ha visto durante siglos un mundo violento, de lucha y de poder alrededor suyo, tal vez no sea coincidencia que esa realidad le haya contestado en el mismo lenguaje en que se le preguntaba. Las nuevas visiones del mundo de una parte de la ciencia han descubierto una realidad participativa donde prevalece la cooperación sobre la competición, en los ecosistemas, los fenómenos físicos, los comportamientos animales, etc. Así, como recuerda Capra (1996; 254), “la vida es mucho menos una lucha competitiva por la supervivencia que el triunfo de la cooperación y la creatividad”. Al darnos cuenta que todos estamos interrelacionados surge naturalmente la generosidad, la simpatía y la solidaridad (Pigem, 2009: 158). Re-sintiendo y re-pensando desde las epistemologías del Sur Los pueblos indígenas, las culturas de la Tierra y los pueblos del Sur –históricamente invisibilizados, también por la teoría crítica eurocéntrica–, con pocos datos y mucha sabiduría, saben tanto más que el pensamiento hegemónico en cuestiones trascendentales como el gozo, la solidaridad, la vida buena, la armonía con la Naturaleza y la conservación de la diversidad. Muchos de estos movimientos encarnan ya las propuestas que desde los sectores intelectuales se buscan y retoman.3 2 De esta forma la verdad absoluta, la totalidad y la objetividad, buscadas por siglos, pierden sentido. El camino se vislumbra a través de las verdades, las subjetividades y las incertidumbres en un pluriverso participativo –y no a través de la verdad, la objetividad y la dominación en un universo objetivo y externo. 3 En su manera de mirar y hacer las cosas están muchas de las formas

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