Rúbricas 8

50 Primavera 2015 Una caracterización de la oferta crediticia Las entidades bancarias son el principal intermediario financiero del país y después de Brasil son los más grandes –en términos de activos– de América Latina. A pesar de esto, el financiamiento al sector privado como porcentaje del producto interno bruto es uno de los más bajos de Latinoamérica (ver gráfica 1). Más aún, no sólo es bajo, sino que además tiende a estar concentrado en pocas empresas. Así, aun cuando el 95% de las unidades económicas son microempresas, el porcentaje de la cartera crediticia comercial que se destinó a ellas fue de tan sólo 9% en el mes de junio de 2014. En contraste con lo anterior, aun cuando las empresas grandes representan un poco menos del 0.5% del total de unidades económicas, éstas absorbieron el 70% de la cartera crediticia de la banca. Asumiendo la existencia de una correlación positiva entre el tamaño de los negocios y el patrimonio de sus dueños, esta evidencia sugiere que, en términos generales, la población de bajos recursos no utiliza el financiamiento bancario. Fuente: World Development Indicators, 2012, Banco Mundial. Falta de garantías, una demanda de financiamiento de bajo valor, la dificultad para observar los flujos de ingreso y gasto de los micronegocios, la agregación de la contabilidad familiar a la contabilidad del emprendimiento y un marco jurídico poco eficaz, son algunos de los factores que explican por qué el sistema bancario mexicano no ofrece productos financieros acordes a las necesidades de la población de bajos recursos. Además, dados los ingresos bajos, erráticos e inciertos, y la tenencia de activos poco comerciables que caracteriza a este sector poblacional, los altos costos operativos y regulatorios que enfrentaría la banca generarían tasas de interés que, quizá, inhibirían la demanda por los productos y podrían exacerbar un riesgo para el cual la tecnología bancaria no está preparada. Ante la precaria oferta de financiamiento para microempresarios y personas de bajos recursos por parte de la banca tradicional, existe en el país un conjunto numeroso de instituciones financieras que, haciendo uso de una tecnología crediticia sui generis, ofrecen financiamiento a este nicho desatendido (Cotler y Rodriguez, 2014). Basados en una tecnología que recolecta información secundaria para medir el perfil de riesgo de los potenciales deudores y que recurre a técnicas para mitigar problemas de selección adversa y riesgo moral por medio de la constitución de grupos solidarios, préstamos escalonados, préstamo de corto plazo y de rápido inicio del repago, se ha ido constituyendo un grupo de entidades financieras cuya oferta crediticia que se dirige a este nicho de microempresas y personas de bajos recursos alcanzaba (junio de 2014) una suma superior a los 80 mil millones de pesos.1 Esta cifra equivale al 2.8% de la oferta crediticia del sistema bancario y al 6.4% de la cartera crediticia que la banca destina al total de empresas en el país. 1 Para llegar a dicha cifra sólo se consideró las carteras crediticias de las Sociedades Cooperativas de Ahorro y Préstamo, de las Sociedades Financieras Populares y del Banco Compartamos. Si bien hay posibles errores de omisión y de inclusión, estas tres instituciones cubren la mayor parte del mercado de microcrédito que se otorga con técnicas de microfinanzas. México 2005 México 2010 Perú 2010 Argentina 2005 Argentina 2010 Perú 2005 Brasil 2005 Brasil 2010 Chile 2005 Chile 2010 Colombia 2005 Colombia 2010 PIB per cápita ppp Grá ca 1. Crédito al Sector Privado como % del PIB en 2005 y 2010

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