Rúbricas 16

56 tante entre la población latina y negra, tanto por su escaso acceso a servicios médicos como por supropensióna enfermedades crónicas que los vuelven población vulnerable... Quizá por lo mismo, a lo largo de todo el mundo, las celebraciones tradicionales como el Día de Muertos, el Halloween, el Thanksgiving o la misma Nochebuena, se han transformado en imanes capaces de romper con toda noción de sensatez, en vectores de fuga, en pretexto ideal, casi sagrado, para reunirse. Nuestra raza humana está enfrentando un parteaguas, un momento de zozobra que aún no acaba de vislumbrarse en su plenitud. La llegada de un apocalipsis diferente, con veinte u ocho años de retraso (vaticinado para el cambio de milenio, para el año donde terminaba el calendario azteca), cuando ya pocos lo esperaban y sin los efectos especiales, cataclísmicos, concentrados en una sola escena, aunque el cambio climático haya traído este año incendios incontrolables, una temporada de huracanes que sobrepasó el abecedario normal y casi agotó el griego con inundaciones impresionantes, y sequías angustiantes en África... Pese a la pandemia y a sus cercos sanitarios, las emisiones mundiales de dióxido de carbono sólo disminuyeron el 7 % en 2020 (Jardin OnLine). Ciertamente, aún no estamos en un mundo parecido al de Mad Max II, al de Cuando el destino nos alcance, menos a un Waterworld; estamos en una crisis en desarrollo donde los paradigmas tradicionales enfrentan su extinción, sumodificación necesaria... ¿Qué oficios perdurarán? En Puebla, el cambio de contrato colectivo en los años noventa generó una ola de despidos que sobrealimentó el número de taxis con ingenieros y profesionales al volante... Poco antes de la pandemia, Uber parecía a punto de arrasar con este oficio y sus posibilidades capitalizantes... Hoy el panorama es oscuro para ambos gremios y los envíos mediante mensajería, que estuvieron a punto de extinguirse en esta década, tienen un nuevo repunte con Amazon a la cabeza, hecho que inquietó hasta a Trump y lo impulsó a tomar cartas en el asunto... ¿Para qué van a preparar ahora las universidades a sus estudiantes?, ¿para integrarse a qué sector del aparato productivo del país?, ¿cuál quedará indemne, sin desequilibrios? El mismo William Gibson, en su novela Mundo Espejo (traducción que tira el original por la borda: Pattern recognition) afirma en boca de un personaje: No tenemos futuro. No en el sentido en que nuestros abuelos tenían futuro, o creían tenerlo. Imaginar un futuro completo es cosa de otro tiempo, un tiempo en el que el “ahora” tenía una duración mayor. Para nosotros, por supuesto, las cosas pueden cambiar tan bruscamente, tan violentamente, tan profundamente, que futuros como los de nuestros abuelos tienen un “ahora” que no basta como base. No tenemos futuro porque nuestro presente es demasiado inestable (77). La historia, no obstante, es cíclica y hace un siglo el mundo enfrentaba problemas por la revolución industrial, olas de despidos, hombres sustituidos por máquinas... Ahora, la revolución digital tan cacareada, apoyada por la pandemia, está generando un eco de aquellos tiempos... Con oficios que se pierden, se extinguen, con lo digital al fin imponiendo su potencial de dominio. Hacia julio de 2020, los síntomas de este particular malestar empezaron a ser innegables en lo educativo. El Financiero, el 27 de julio, aseguraba que el 25 % de las escuelas privadas estaba a punto de la quiebra y detallaba: “la educación privada en México representa 5 millones 321 mil 481 alumnos y 485 mil 188 profesores, el 15 % de la totalidad del sistema educativo” (Salazar, OnLine); el 7 de agosto, El Heraldo habló de diez mil deserciones de estudiantes durante la pandemia (Alejandra, OnLine); Eme Equis, el 17 de agosto, refería como una estampida el abandono de colegios privados y abundaba: “al menos 30 % de alumnos de escuelas particulares se dará de baja” (Crail, OnLine)... Todos como efectos colaterales de la pandemia que no es necesario explicar. Todo entrelazado...

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