Rúbricas 16

12 Luchas sociales, relaciones interpersonales, debates, críticas, trámites burocráticos laborales o incluso el mero hecho de sentirse vivo, pasan ineludiblemente por la codificación totalizante y consumista del mundo digital como semiotización de la existencia. Si lo efectivo de tal mediación elevara nuestra calidad ética y humana de vida, promoviera nuestra interiorización de vínculos, símbolos y búsquedas, cimentara las luchas y las protestas sin volatilizarlas en oposiciones binarias y comentarios infundados, podríamos decir que cualquier crítica al medio digital correspondiente a nuestra época no es más que signo de miedo retrógrada al cambio tecnológico. Sin embargo, lo opuesto es verdad: ni la vida, ni las relaciones, ni las luchas se han cimentado gracias a la digitalización de la existencia. En calles, en transportes, en salones de clase, cafés, conferencias, ponencias, etc., podemos ver cómo la dependencia de lo digital muchas veces resulta más intensa que la realidad que nos circunda, y pareciera que en países más desarrollados la gente no tiene otra salida que la semiotización como forma de significatividad de la existencia. Más que el lamento conservador de una subjetividad reaccionaria, la presente reflexión es una invitación a cavilar sobre las posibles coyunturas detrás de los procesos de homogenización cultural que todos padecemos y que, incluso, los más posculturales, pocas veces criticamos. Conclusiones: recapturar la realidad de la consciencia En los últimos capítulos de su libro, Autobiographical Reflections, Eric Voegelin (1989:93) se pregunta: “¿Para qué filosofar? ¡Para recapturar la realidad!”. Tal proceso de recapturación de la realidad de la existencia implicaba, en la época de este autor, el recuperar el lenguaje originario de los símbolos de la humanidad, ante la deformación ideológica que del lenguaje hacían filosofías totalitarias y utopías seudorevolucionarias o movimientos fascistas. Recapturar la realidad de las deformaciones que la segunda realidad conceptual/ideológica de pensadores y políticos había creado en su eclipse, implicaba, según dicho autor: “Reconstruir las categorías fundamentales de existencia, experiencia, consciencia y realidad. Además de desarrollar conceptos a través de los cuales las deformaciones existenciales y sus expresiones simbólicas puedan ser categorizadas” (Voegelin, 1989: 96). En qué sentido podemos proseguir una similar tarea en el tiempo actual, es cosa urgente que aún debe ser planteada, sin embargo, un diagnóstico filosófico de los orígenes del eclipse digital, junto al contraste que podemos hacer de tal eclipse ante nociones fundamentales de experiencia, realidad y simbolización, parece un buen comienzo de tal pesquisa. Es necesario aclarar en este punto, que no se tratadedestruir la tecnologíaconsususosymediaciones: elmundo digital, con todo y sus excesos, no va a ir a ningún lado. De igual manera, Ni la vida, ni las relaciones, ni las luchas se han cimentado gracias a la digitalización de la existencia. La dependencia de lo digital muchas veces resulta más intensa que la realidad que nos circunda Fotografía: Pexels

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