Rúbricas 16

Rúbricas XV Humanidades digitales 103 que tepedíanesounavez, peropareceque es según lesvaya lamodaen lacabeza... –y también se aleja, maniobrando con dificultad la campana de su falda–. Unavezmás, Lois sepregunta elmotivode lasfiestas. Desdepequeñanohahecho sino identificar esosmomentos comopropiciatorios para la eclosióndel caos. Para la exhibiciónde las atrocidades. La necedad disfrazada de entretenimiento. Lo peor, para ella, es el día siguiente, cuando todos deciden editar los momentos para hacer parecer aquello como lomás divertido del mundo, amenos que haya un acuerdo de condena social y se termine atacando a un solo blanco. Llega la hora de la cena y entre el mole de pipián, los tamales de nejo, el chocolate en agua, el pan de muerto, la calabaza en tacha y el vino que fluye sin parar, todos van perdiendo el equilibrio. –La fiesta sigue en el jardín –anuncia Valentín y ella se ve arrastrada hasta la orilla de la alberca; alrededor se hanmontado diversos tiros al blanco–. Se imaginaaprovechando laventajade sumastectomía, tensandoel arcoyponiendo el ejemplo a las demás chicas que de seguro fingirán que no pueden tensar la cuerda, simulando esa fragilidadque solicita auxiliomasculino. Pero, en su lugar, se distribuyen arcos de dardos y cañones de agua para blancos distintos. Lois suspira. Nadie guarda ya compostura alguna, son perversos jugando a ser niños. Se recarga en un banco. Siente la llegada de Valentín y, así, sin pensarlo, presiona su botón bluetooth, luego voltea a mirarlo. –Otras, en tu lugar, prefieren ponerse hasta la madre –le dice Valentín y se talla la nariz, como si acabara de meterse coca–. –Otras, en mi lugar, ya hubieran buscado un marido... –Por mí, mejor... ¿Vienes?, es el momento ideal –la toma de la mano y la conduce. En la sala, Miranda está recostada en un sillón, sola; toman las escaleras hasta la recámara principal, con king size, espejo en el techo, y en los dos costados. Azogues amplios con aumento calculado–. –Tu secreto nido de amor... –No es secreto... Y tampoco exclusivo... Pero hoy es nuestro –dice, y trata de besarla. Su enorme nariz de zanahoria choca primero. Valentín se desespera, se arranca la máscara, la arroja. Furia alcohólica, potenciada por la coca. Vuelve las manos hacia el antifaz de ella…– –No, espera. Está muy pegada, tendré que usar quitamaquillaje para... Valentín aferra el cuello de su leotardo y a punto de jalarlo para romperlo o bajarlo, según la resistencia del material, ella detiene su muñeca. –Espera, repíteme, por favor, ¿por qué hacemos esto? ¿Qué voy a obtener? –Satisfacción garantizada. Te voy a coger como ni siquiera has soñado... –¿Pero con eso me garantizas que mi Seguro Social va a ser aprobado, que me van a dar las prestaciones de ley?... –Tú y tu pinche Seguro ya me tienen hasta la madre. –Es el último mes que me van a atender sin la actualización, sin el alta de parte de ustedes... Y me faltan los análisis más importantes y más caros... –Pinches muertos de hambre... Coges conmigo y no sólo Seguro Social, hasta seguro de gastos médicos mayores te compro, pero ve aflojando... Lois suelta la muñeca. Valentín sonríe. Aferra mejor el cuello y da un tirón que desgarra el tejido y la deja con el torso desnudo, con un seno enhiesto y una cicatriz no del todo cerrada, con dos ojos de pus que en esemomento empiezan a lagrimear. Que golpean con su aroma y detienen a Valentín a mitad del camino. La mira, busca su otro seno, se centra en su poco volumen, en la

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