Rúbricas 12

94 SOBRE EL USO PEDAGÓGICO DE LOS JUEGOS L INGÜÍ ST ICOS EN L A C R E AC I ÓN L I T E R A R I A José Günter Petrak Romero1 Estudiar los juegos lingüísticos es acercarse a la lingüística, pero también a la semiótica, la historia, la sociología, la psicología, la filosofía. Definir, pues, este ejercicio de la voluntad humana pasaría por contemplar los juegos lingüísticos como una manipulación lúdica del lenguaje, una anomalía comunicativa, una interferencia o desviación semántica, una ambigüedad semiológica, una curiosidad antropológica, un uso retórico o un mecanismo defensivo del inconsciente. La manera más provechosa para acercarnos al tema sería aquella que contemplara todas estas vertientes y buscara una forma de englobarlas. No obstante, esta tarea habría de ser para un grupo interdisciplinario, más que para un individuo. Por eso, este acercamiento dista mucho de intentar tal alcance. Me conformo, entonces, con describir, movido más por un sentimiento de curiosidad que de demostración científica, algunas características de los juegos lingüísticos como ejercicios creativos e intentar descubrir su uso didáctico, centrado en la labor de producción de textos literarios. Desde esta perspectiva lo que más me interesa son los mecanismos de alteración a los que es sometida la lengua para generar un producto sui generis, de carácter textual, pero también psicológico y social. Cuando elegí este tema lo hice movido por un interés personal, más relacionado con la búsqueda de un pasatiempo que de un progreso académico. Con el tiempo, sin embargo, me di cuenta de la escasa investigación que se ha hecho al respecto e intuí la posibilidad de dotar a los juegos lingüísticos de un valor pedagógico. Esto no quiere decir que no se haya intuido y aplicado antes este valor. Lo que sucede es que, en la mayoría de los casos, no se ha hecho de manera sistemática, aunque existen, en la historia de los talleres, algunos intentos notables como el Ou Li Po, investigaciones interesantes como la de Freud, acerca del chiste verbal, y la de Huizinga, sobre el juego en el ser humano. El esfuerzo es, hasta este momento, incipiente, más bien exploratorio, pero puede, quizá, orientar futuros acercamientos más profundos y útiles y ser el arranque para una investigación de campo a desarrollarse con los miembros de distintos talleres escolarizados. 1. El juego y la lengua (hablada y escrita) Jean Paul Sartre afirmaba que “tan pronto como el hombre se reconoce a sí mismo como ser libre y quiere ejercer su libertad, entonces juega”. Johan Huizinga estaba seguro de que la civilización evoluciona con el juego y que las instituciones, sistemas, prácticas y credos surgen de las formas elementales de la ceremonia y el rito infantiles. Sin duda, la infancia es el espacio natural del juego pues la actividad lúdica ayuda a los niños a construir mecanismos de relación con el mundo y reconocer, sin consecuencias cruentas, las normas sociales. Para el adulto, en cambio, el juego es una forma de distraerse, de olvidarse de la realidad y de las reglas creadas por él para asegurar su subsistencia, es algo así como volverse niño por un instante y darle a la vida otra cara, menos demandante y angustiante. El adulto que no juega es un poco como Jack, el personaje de la película El Resplandor (y de la novela homónima 1 Poblano de nacimiento. Como escritor ha ganado varias menciones honoríficas en concursos de cuento de ciencia ficción, fantasía y terror. Ha sido becario del FONCA. Su más reciente libro de cuentos se titula Eros desarmado, también ha publicado una novela, Ciudad de otros, un libro de cuentos para niños y un libro de texto universitario sobre redacción.

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