Rúbricas 12

Rúbricas XII Literatura y Filosofía y su relación con otras disciplinas 83 origen o finalidad un guion o un script, es decir, una base textual. De ahí que para profundizar en el nacimiento de la crítica literaria hispanoamericana, como veremos, haya que resaltar el papel privilegiado de la Gramática, cuya etimología es la misma que la de Literatura.2 No sólo en la formación de la educación liberal, es decir, del hombre libre y honesto, sino en la formación de las repúblicas hispanoamericanas en la primera mitad del siglo XIX, la gramática, en cuanto manejo del lenguaje, fue importantísima. Ello se hace evidente en la figura del venezolano-chileno Andrés Bello, autor de la Gramática de la lengua castellana para uso de los americanos, cuya primera edición salió en Santiago de Chile en 1947 y que, por ello, acaso sea una de las primeras de la era republicana. Hay que decir que Bello, oriundo de Caracas y compañero de Simón Bolívar durante los primeros alzamientos contra el ex imperio español, nunca regresó a Venezuela desde que zarpó con él y otros venezolanos del puerto de La Guaira el 10 de junio de 1810.3 Primero permaneció en Londres hasta 1829 y luego, invitado por el gobierno chileno, se radicó hasta su muerte en 1865 en Santiago. Desde 1811, exiliado en Londres, comenzó a frecuentar la Biblioteca del Museo Británico. Se propuso investigar el surgimiento de los Estados nacionales. Si las lenguas romances se habían formado por la desmembración del imperio romano, ¿cabría esperar algo parecido en Hispanoamérica? De ahí que en el prólogo de su Gramática… anotara: 2 La palabra filología viene del griego φιλολογία, philología, la cual traduce literalmente “amor o interés por las palabras”. El término gramática, por otra parte, viene del vocablo griego τέχνη o tékhne («arte» o «técnica») y de γράμμα (grámma, «letra»), y se tradujo al latín como Literatura (de las letras), tendiendo el mismo significado que abarcaba todos los aspectos del lenguaje: ortografía, sintaxis, lingüística, interpretación de los textos, crítica, teoría e historia literaria. Fue el retórico Quintiliano (3595 d. C.) quien señaló, en el libro II de sus Instituciones oratorias, concretamente en el primer capítulo titulado “Cuándo ha de estudiar el niño la retórica” (cap. I, 4), la vinculación y la diferencia entre la Retórica y la Gramática, entendida esta última como Literatura. Véase de Quintiliano, Instituciones oratorias (1887). Trad. de Ignacio Rodríguez y Pedro Sandier. Madrid: Librería de la Viuda de Hernando & Compañía: 66-67). Por otra parte, en el Tesoro de la lengua castellana (1611), de Sebastián de Covarrubias, Literatura aparece dentro de la entrada de la palabra Letras (522-523). 3 Me guío por el estudio historiográfico del historiador chileno Iván Jacksic, Andrés Bello: la pasión por el orden (2001) Santiago de Chile: Editorial Universitaria: 37. 1 Comencemos por decir que la Crítica moderna, entendida como disciplina autónoma y universitaria, tiene su origen en el filósofo Immanuel Kant, tras la publicación de sus tres críticas: Crítica de la razón pura (1781), Crítica de la razón práctica (1788) y Crítica del juicio (1790). En esta última, en especial, Kant emprendió una crítica de la crítica. En el parágrafo 44 de la Crítica del juicio, subtitulado “Del arte bello”, Kant estableció una separación radical entre lo bello y lo útil. Dijo que no había una ciencia de lo bello, sino una crítica, porque una “ciencia bella” es un absurdo; la ciencia sólo debe ser útil. Kant introdujo así el concepto de una crítica libre de toda guía o regla, es decir, dio carta libre a los estudios humanísticos para “librarlos”, aparentemente, de toda regla y de toda objetividad al juzgar el arte, la literatura, la música o la cultura en general. Pero la idea de una crítica libre, despojada de toda regla y de todo prejuicio, no fue sino una ilusión. Rápidamente la filosofía crítica de Kant fue encadenada por el progresismo ilustrado, es decir, inmovilizada para exaltar –y no criticar– el progresismo material. De ahí que sea tan difícil armonizar o siquiera tratar de entender por qué una empresa o un Estado apoya al mismo tiempo tanto la industria automovilística como ciertas políticas contra el calentamiento global. Kant, pues, fue la primera víctima de su propia crítica. En 1784, en su libelo titulado Contestación a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?, quiso llamar a su época el “Siglo de Federico” en honor del príncipe prusiano al que servía. En otro libelo del mismo año, Idea para una historia universal en clave cosmopolita, justificó el despotismo ilustrado siempre y cuando éste estuviera orientado hacia la paz perpetua. En 1795, como si ya entreviera las guerras napoleónicas, Kant publicó su folleto titulado Hacia la paz perpetua. Un esbozo filosófico. Para el filósofo de Könisberg, además de que toda paz debe ser instaurada, se debe marginar a aquellos filósofos o intelectuales sospechosos de difundir una propaganda contraria (2014: 331). No es de extrañar que Kant sea reivindicado a menudo por las escuelas neoliberales. Como toda ideología, la de la paz perpetua de Kant se mueve en el terreno psicológico subjetivo, o incluso en el terreno de la historia ficción, pero se desmorona en el terreno de la historia real. 2 En la discusión que nos proponemos a continuación, aclaremos también que hablar de crítica literaria no es oponerse a los fenómenos no-textuales o culturales (cine, televisión, radio, danzas, bailes, folclorismos, etc.), puesto que de algún modo dichos fenómenos tienen como

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