Rúbricas 12

Rúbricas XII Literatura y Filosofía y su relación con otras disciplinas 17 En 1975, el Museo de Louvre adquirió un lienzo de 1.45 por 1.15 m que tenía una relación extraña con el mismo recinto. Lo compró a una coleccionista privada, Rose Pearlman, quien lo vendió tras recibirlo como herencia. Había pasado por mucho, pues la investigación arrojaba que había desaparecido de Francia en el siglo XIX para reaparecer en 1917 en las manos del zar de Rusia y después pasar por una serie de coleccionistas hasta que el Louvre decidió comprarlo. Se llama Vue imaginaire de la Grande Galerie du Louvre en ruines. Fue pintado en 1796 por Hubert Robert, uno de los últimos artistas al servicio de Luis XVI. Un pintor de corte, que escapó de la guillotina por un error cometido durante la caída de Robespierre. Sacudido de su pasado monárquico, Robert terminó siendo uno de los primeros miembros del consejo del Museo de Louvre. La pintura no tendría mayor trascendencia de no ser por su título. El pintor se especializaba en paisajes con ruinas, la mayoría proveniente del mundo clásico y, a veces, accediendo a cierto exotismo, plasmó ruinas egipcias. Pero la pintura en cuestión nos presenta una tragedia imaginaria: la gran Galería del Louvre en ruinas. El techo ha caído, dejando todo a cielo abierto. De las ruinas nacen pequeños arbustos. Algo terrible ha sucedido y el museo ha quedado destruido. Entre sus ruinas, varios sobrevivientes de la catástrofe sin nombre buscan vestigios, algunos han hecho fuego para calentarse. Uno de ellos parece ser un artista y está tratando de pintar una escultura que ha quedado intacta. En palabras de Didier Maleuvre: ¿Dónde está el arte hoy? Parece preguntar la pintura. Vive entre ruinas si no es que es una ruina en sí mismo. Si bien siempre complació el gusto del público con paisajes en ruinas, la pintura de Robert, sin embargo, es una voz que disiente del coro de la restauración cultural: en un tiempo en el que el museo estaba siendo promovido como la más reciente novedad, como un símbolo de la revolucionaria libertad de los tiempos idos, Robert escoge representar al museo como una ruina prácticamente como un difunto histórico (Maleuvre, 1999:84.). Vue imaginaire de la Grande Galerie du Louvre en ruines. Robert Hubert 1976

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