Rúbricas 11

94 Conectar Al poner en Internet la palabra conectar los primeros artículos y documentos que aparecen hacen referencia a reflexiones y análisis en torno a las redes sociales, tecnología e Internet. Este hecho me hace suponer que la palabra conectar está más relacionada, en la actualidad, al mundo de la informática, los medios y la tecnología que al mundo humano y de los vínculos interpersonales. Al presenciar esto, llegué a dudar sobre la pertinencia del término que estaba utilizando, por lo que busqué la definición de conectar: 1. tr. Unir o poner en comunicación dos cosas o dos personas. 2. tr. Establecer comunicación entre dos lugares, o entre un lugar y otro. 3. tr. Enlazar entre sí dos aparatos o sistemas, o uno con otro, de forma que entre ellos pueda fluir algo, como agua, electricidad o señales. 4. intr. Lograr una buena comunicación con alguien. (Real Academia Española, 2017) El término al que me refiero cuando hablo de conectar está más vinculado a la cuarta acepción que se presenta: “lograr una buena comunicación con alguien”. Además llama la atención que la cuarta acepción sea la única que se refiere a un verbo intransitivo (intr.) lo que significa que la ejecución del verbo no depende exclusivamente de la acción del sujeto, y esto pone de manifiesto la importancia del otro en el proceso de conectar. El resto de acepciones también hacen referencia a la comunicación como elemento presente en la conexión. A su vez, la comunicación puede definirse como: […] un contexto ecológico de posibilidad, donde las diferencias se encuentran, pueden ponerse en contacto y establecer una estrategia para vincularse cooperando, coordinando, corepresentando… La condición de principio es el reconocimiento de la diferencia, de la distancia, y la necesidad de la aproximación, de la vinculación (Galindo, 2002: 12). En esta definición de comunicación se muestran características puramente humanas que componen la acción de comunicar: vinculación, cooperación, coordinación, corepresentación, reconocimiento, aproximación y vinculación. Por lo expresando anteriormente y para el presente artículo, reivindico y redirijo la mirada al término conectar como elemento propio de lo humano con todas las características mencionadas por Galindo (2002) y que deben estar presentes para lograr una conexión o la comunicación humana. Sin embargo, conectar con los espacios y con otras personas no es tarea fácil, no es algo que se practique o valore actualmente. Bauman (2004) menciona que el compromiso, de cualquier tipo, ya no existe en nuestras sociedades actuales; esto genera sujetos individualistas, incluso la individualidad es uno de los cinco temas centrales en su libro Modernidad líquida. Para Bauman (2004) en esta modernidad todo el peso recae sobre el individuo, tanto sus logros como sus fracasos son responsabilidad única y exclusiva de éste. Ante esta situación la presencia del otro se diluye, se vislumbra como innecesaria, hay ausencia de conexión humana, ausencia de comunicación. Esta falta de conexión entre personas ha derivado en que el trabajo social o las acciones altruistas sean tierra fértil para los narcisismos. Paradójicamente, muchas de las “obras benéficas” o de los “proyectos sociales” no toman en cuenta a ese “otro” a quienes van dirigidos. Nerín (2011) en su libro Blanco bueno busca negro pobre explica la forma de financiamiento de muchas ONG que han incurrido en la elaboración de proyectos infructuosos y sólo pertinentes para mantener la ilusión y la vanidad de los donantes, quienes pagan los proyectos para sentirse bondadosos, para lavar sus culpas o incluso para lavar su dinero. “El cliente de la solidaridad paga por la satisfacción de saber que ‘se hace alguna cosa’” (Nerín, 2011: 15). Muchos de los patrocinadores de los proyectos se desentienden, no quieren saber de los problemas o dificultades que conlleva el proyecto y hay quienes nunca llegan a ver los proyectos que financiaron. Este ejemplo muestra cómo el altruismo o la labor social se ha vuelto un espacio para elevar el ego, para sentirse bueno. En menor escala estos narcisismos pueden observarse en algunos de los testimonios de los estudiantes, aquellos que quieren “dejar huella” o “que se queden con un bonito recuerdo de mí”. Como aquellos patrocinadores de las ONG, muchos alumnos no dan seguimiento a su trabajo, una vez concluidas las prácticas desaparecen y no les interesa saber si el trabajo realizado funcionó. Estos individualismos y narcisismos son síntomas atribuibles al sistema social, nada tiene vinculación con “la bondad” o “maldad” de los estudiantes. La presencia del otro en este mundo individualista se diluye y, por lo tanto, es imprescindible trabajar en prácticas para conectar con el otro y con el espacio. A continuación ofrezco, al igual que en el apartado anterior, una serie de estrategias que desde la práctica social comunitaria hemos utilizado para conectar con las personas. Estar y conectar: dos claves para las prácticas en psicología

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