Rúbricas 11

66 El enojo insano Una manera de clasificar el enojo es en sano e insano. Uno pone en alerta ante las injusticias y ayuda a poner límites y soluciones pacíficas, mientras que el otro es destructivo y daña las relaciones con los demás. Por desgracia, muchos de los enojos insanos surgen con las personas que son valiosas y significativas como la pareja, los padres, los hijos o los hermanos. También con los compañeros de la escuela o trabajo, jefes, pares o subordinados. Si el enojo se sale de control de forma frecuente, puede lastimar a la persona y a sus relaciones significativas. Algunos individuos se enojan fácilmente, mientras que otros no. De hecho, “cualquiera se puede enojar, es muy fácil, pero enojarse con la persona correcta, con la intensidad correcta, en el momento correcto, con el propósito apropiado, y en la forma correcta, eso no es tan fácil” (Aristóteles). En consecuencia, algunas personas se meten en problemas por su enojo, mientras que otras se preguntan si enojarse fue correcto o no. ¿En qué es distinto el enojo sano versus insano? Como regla general, es insano cuando crea problemas en lugar de soluciones. Las personas con enojo insano tienen fuertes reacciones de ira en promedio una vez cada tercer día, sus enojos duran por varios minutos, horas e incluso días o más. Conservan en su mente la situación que les hizo enojar, especialmente porque se trató de algo muy injusto, según su punto de vista, por lo cual guardan rencores y sufrimiento. La intensidad de su enojo alcanza niveles más altos de los que tendría la mayoría de la gente ante la misma situación. El enojo insano daña en cuatro niveles: 1) personalmente, porque te hace sufrir y pasar momentos desagradables; 2) interpersonalmente, porque provoca separación con los demás, reflejado en distancia con los que amas; 3) en las actividades de la escuela o del trabajo, porque se asocia con problemas laborales, deseos de renunciar y con riesgo de ser despedido; y 4) en planes futuros, porque el enojo excesivo e incontrolable te impide alcanzar metas a largo plazo, como concretar objetivos escolares, laborales o financieros. Podemos ahondar en cada aspecto. El enojo insano daña a tu persona. Estar enojado cierra la puerta de la felicidad. Incluso en la posible felicidad por venganza, dándole a otra persona “su merecido”. Ese tipo de felicidad es primitiva, temporal y alimenta el enojo. Si quieres ser feliz un día, toma venganza; si quieres ser feliz por siempre, perdona, dice un proverbio. Para perdonar, recuerda que las demás personas hacen lo que hacen debido a su propia manera de ser y a sus problemas (historia, traumas, aprendizajes, miedos, necesidades). Tú no eres el causante principal de que otra persona te dañe, aunque está en tus manos evitar que vuelvan a lastimarte. Mientras te sientas enojado, las emociones de alegría estarán ausentes. No puedes estar enojado y relajado al mismo tiempo, y no puedes disfrutar una película divertida o la compañía de un amigo mientras estás enojado. El enojo frecuente y excesivo daña la salud física, así se presentan problemas para dormir, estreñimiento, colitis o gastritis. Los individuos que se enojan fácilmente no descansan bien y tienen mayor riesgo de ataques al corazón. Además, en el estado de furia las personas toman decisiones incorrectas. Ejemplos: alguien está enojado porque la llanta del automóvil se ponchó, ante la dificultad de aflojar las tuercas, con una barra metálica le da un fuerte golpe a la llanta, como resultado, la barra rebota en la llanta y golpea en la frente a la persona (¡ouch!). Un estudiante está muy enojado porque el vecino no baja el volumen de la música, en medio del coraje, el estudiante da un fuerte golpe a la pared (¿puedes imaginar la escena?) y fractura su mano. Enojarse: ¿cuándo es insano y cómo resolverlo? La felicidad por venganza es primitiva, temporal y alimenta el enojo.

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