Rúbricas 10

22 invierno 2015, primavera 2016 En primera instancia, quiero citar el desarrollo de una cultura y de un mercado de diseño que requieren una visión más abierta de los roles de género, como sucedió, por ejemplo, en el caso de Castro en San Francisco. A partir de los años sesenta, el barrio de Castro pasó por varios movimientos de activismo político y social que forjaron una estrecha comunidad que consolidó un poder político y económico bastante significativo. Hoy, la apertura hacia la expresión de género que se presenta en Castro es una atracción turística en sí misma, es un barrio impregnado con su propio estilo y abundante en tiendas y cafés. Así como Castro fue una cuna de cultura para las comunidades LGTB, el concepto de “Gay Village” está presente por todo el mundo: Le Marais en Francia, Shinjuku ni-chōme en Tokyo, o la Zona Rosa en Ciudad de México. Lo verdaderamente relevante para el tema, referente a estos barrios, es la generación de un estilo, y de una identidad que se distingue, formada por influencias de la cultura local aunada a la pertenencia a la comunidad LGTB. Se trata de propuestas estéticas que ofrecen nuevas opciones y liberan en general a los consumidores de los estereotipos de género propios de la cultura tradicional. Antes de comenzar de lleno con el punto principal del presente trabajo, considero necesario aclarar algunos conceptos relevantes para el tema; siendo el primero la “identidad de género”, que se refiere al sentido innato y psicológico que tiene una persona al identificarse como hombre, mujer, o cualquier punto intermedio, entendiendo entonces a la identidad de género como un espectro de posibilidades y no sólo un sistema binario, como se presenta usualmente. El segundo concepto, la “expresión de género”, se refiere a todas las características externas que presenta un individuo, y que pueden ser categorizadas como masculinas o femeninas, como la manera de vestir, de arreglarse, los comportamientos, interacciones sociales o entonaciones vocales; este concepto varía ampliamente dependiendo de la cultura en donde se desarrolla. El último término es el de los “roles de género”, que son conductas estereotipadas por la cultura. En otras palabras, son conductas o actividades que, se espera, realice una persona basándose únicamente por el sexo al que pertenece. Es dentro del concepto de roles de género donde pudiera categorizarse a la heteronormatividad. Todos estos elementos han normado, desde luego, la creación en diseño industrial, y la visión que se tiene del mercado en cada comunidad y grupo social. En este trabajo parto de la hipótesis de que los roles de género están socialmente superados, y de que le corresponde al diseño industrial ser coherente con dicho cambio. Por lo tanto, a continuación me di la libertad de presentar algunas propuestas que se han trabajado en relación con el tema: El primer ejemplo es una muñeca con la cual, seguramente, todos, o por lo menos la mayoría hemos tenido contacto: Barbie. Ella ha sido un modelo y ejemplo a seguir, principalmente para niñas, siempre motivando a seguir un sueño y con un mensaje de “sé lo que quieras ser”; que innegablemente es un mensaje completamente positivo. El problema de Barbie recae en que establece un estándar de belleza completamente irreal e imposible de alcanzar. Hasta cierto punto, me atrevería a decir que parte del mensaje subliminal de Barbie es: puedes ser quien tu quieras ser, siempre y cuando te veas así. Afortunadamente, Barbie no es la única muñeca en el mercado; el diseñador Nickolay Lamm creó a Lammily, una muñeca, que al igual que Barbie, puede ser un ícono de la moda, y desempeñar la profesión que desee, con la diferencia de que Lammily tiene las proporciones de una mujer promedio de 19 años. Entonces, Lammily puede cubrir el papel de modelo a seguir, pero diciéndole a las niñas que es correcto tener un cuerpo promedio, que es bueno ser quien eres y poder cumplir tus sueños. Nickolay Lamm creó a Lammily, una muñeca, que al igual que Barbie, puede ser un ícono de la moda, y desempeñar la profesión que desee, con la diferencia de que Lammily tiene las proporciones de una mujer promedio de 19 años. rúbricas 10 | el diseño industrial, la diversidad y la identidad de género

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