Pasos 5

6 e n b ú s q u e d a... De la evaluación-valoración a la calificación Óscar Ernesto Hernández López* A pesar de lo mucho que se ha insistido en la necesidad de transformar el punto de vista evaluativo, lo que incluye los cri- terios para acreditar un curso o una uni- dad de aprendizaje, los sistemas esco- lares siguen arraigados en la escala de calificaciones –en nuestro caso numéri- cas– en la que la mínima que se puede registrar es 5 y significa la no acredita- ción, y de ahí al diez, lo que quiere decir que hay un solo nivel de incompetencia y ¡cinco niveles de competencia! del seis al diez. Una evaluación-valoración holís- tica exige un componente cualitativo y esto significa la toma de conciencia del docente para acercarse lo más posible a cada educando en un esfuerzo por cono- cerlo mejor, como lo señala la pedagogía ignaciana –el cura personalis–, y tomar en cuenta todos los elementos que pue- den aportar información de su proceso y de sus resultados, el contexto en el que vive y se desarrolla, sus características personales biológicas y psicológicas, el entorno social al que pertenece, su es- fuerzo, dedicación, talentos y habilida- des personales y nivel de logro de cada competencia. Cuantificar todos estos elementos para desembocar en un número que en- globe todo el proceso dentro de un pe- riodo determinado no es fácil, y menos cuando la tradición nos ha enseñado a ponerle número a todo trabajo y activi- dad para obtener un promedio, como si todo tuviera igual peso e importancia. Debemos considerar que en un curso, los criterios de calificación ba- sados en un promedio es una práctica que la mayoría de las veces no refleja el desarrollo y desempeño de una com- petencia, por ejemplo, si la competencia declarada consiste en realizar una ani- mación a partir de un conjunto de datos que corresponden a ciertos parámetros de un fenómeno físico. La evidencia con- siste en registrar los datos que puede ser en una hoja de cálculo, después proce- sarlos mediante algún método matemá- tico o estadístico y realizar la animación en función de las variaciones que co- rresponden a diversos estados del fenó- meno. La primera parte del curso pudo haberse acreditado con –digamos– 10; a esta parte del curso le corresponde el manejo básico de Excel: hubo ejerci- cios, tareas, trabajo en equipo y un exa- men; la segunda parte del curso consis- te en el procesamiento numérico de los datos y su interpretación, se realizaron ejercicios individuales y en equipo: hubo un examen y se realizaron tareas y pre- sentaciones, en esta parte se obtuvo 9; en la última parte del curso toca tomar las datos procesados y representarlos en una animación –por ejemplo en flash o una herramienta equivalente–; supon- gamos que el trabajo que se realiza es el ciclo de un pistón de una máquina de combustión interna, entonces lo que se debe animar es el pistón moviéndose hacia arriba y hacia abajo, pero estos movimientos deben corresponder al tra- bajo en términos de energía conforme los datos y cálculos de la tabla en Ex- cel. El alumno no realiza la graficación, no es capaz de interpretar los datos, no los puede explicar de manera oral y obtiene 5 de calificación; ese alum- no no ha demostrado ser competente, no se le puede poner un promedio de (10+9+5)/3=24/3 = 8, pues esta nota co- rresponde a un nivel de desempeño de la competencia bastante aceptable y él no tiene la competencia esperada. Puede presentarse el caso con- trario, primero sacó 5, luego 9 y final- mente 10; ¿su calificación debería ser 8 o debería ser superior a 8? ¿Cómo al- canzó un excelente desempeño y supe- ró sus carencias? ¿Sería válido dejarle el 10? Pensemos ahora en un médico que acreditó la parte teórica de anato- mía con 10, pero no asistió a las disec- ciones y en cirugías obtuvo 6; aunque su promedio haya sido de 8, ¿usted se pondría en sus manos? *Académico de tiempo de la Coordinación de Formación de Profesores y Educación Virtual oscar.hernandez@iberopuebla.edu.mx

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