Pasos 4

c r i t e r i o s 3 L os profesores son uno de los pilares donde se apoya la calidad académica de cualquier institución. No obstante, caracterizar lo que significa “un buen docente” no resulta tan sencillo, pues se trata de una práctica compleja, multidimensional y multirreferencial, que no debe ser abordada desde una concepción reduccionista de quien sólo se ocupa de aplicar técnicas de enseñanza en el salón de clases. Por lo anterior, las nuevas tendencias en materia de evaluación de la docencia sugieren que ésta sea un proceso continuo, dialógico, participativo y con sentido formativo, que permita a los actores involucrados mejorar sus prácticas, facilitan- do una comprensión más amplia del proceso a evaluar. Sin embargo, usualmente el término “evaluación” se ha conceptualizado desde una perspectiva muy técnica, que muchas veces limita este proceso a un trámite, o bien a una simple aplicación supuestamente neutra y objetiva de ins- trumentos de medición, pero cuya finalidad está más bien ligada con una califi- cación y al control administrativo. No obstante, para lograr cambios importantes que mejoren los procesos de enseñanza y aprendizaje, es preciso avanzar hacia procesos de evaluación que contribuyan a que los propios docentes puedan au- torregular su enseñanza. Eso sucede cuando a partir de los resultados que las evaluaciones arrojan, reflexionan sobre aquello que pretenden enseñar, toman decisiones para mejorar su práctica, proponen nuevas situaciones de aprendizaje y replantean los retos que presentan a sus alumnos para orientarlos a construir significados y a incrementar su autonomía. Además, cuando la evaluación se liga con los procesos de formación docente, se abren espacios para estimular la capacidad de análisis y crítica del profesor con respecto a su propio quehacer y se promueve su potencial de au- todesarrollo, brindando herramientas útiles para trabajar en sus áreas de oportunidad. Precisamente en la sección “Contextos”, Laura Bárcenas Pozos aborda este asunto explicando la importancia de articular la formación de profesores con la evaluación académi- ca y los procesos de gestión curricular. En su artículo explica que mediante la evaluación se logra un diagnóstico acerca de las necesidades reales de formación de los profesores para –posteriormente– valorar el impacto que dicha formación tiene en el aula. Y con respecto a la gestión curricular, ambas funciones se ligan porque son los profesores quienes operan las intencionalidades del currículum en el aula. Por su parte, Ariel Alcántara-Eguren nos ofrece un interesante texto en la sección “En búsqueda” vinculando dos temas cruciales: la evaluación de la docencia desde la perspecti- va de los alumnos y la correspondiente asignación de calificaciones que un profesor hace al desempeño y aprendizaje de los estudiantes. Con él se abonan más elementos al atractivo debate sobre la evaluación del aprendizaje y los “buenos” y “malos” profesores que aborda- mos en el número anterior. Conscientes de la importancia de promover en nuestra institución experiencias que permitan a nuestros alumnos reflexionar, hacer y aprender saliendo de las aulas, a fin de enfrentar problemáticas que ayuden a dotar de un mayor significado a los aprendizajes por medio de su contextualización y aplicación, en esta ocasión nuestra sección “Innovando” estuvo a cargo de Víctor Hugo Hofmann Aguirre. En el texto titulado “La ciudad se aprende, si se vive” nos explica la experiencia que ha compartido con los alumnos de la licenciatura en Arquitectura. Finalmente, presentamos en la sección “Los Números de la Evaluación” dos temas de gran importancia: el primero describe los resultados en torno a cómo los alumnos evalúan el desempeño de sus profesores; y el segundo constituye un espacio de reconocimiento a quienes consistentemente han demostrado compromiso y desempeño notables. Desde Pa- sos anunciamos con mucho orgullo a los docentes que fueron galardonados con la Medalla Francisco Eusebio Kino, SJ, en la edición Otoño 2010-Primavera 2011. Como en cada uno de los ejemplares que preparamos para nuestros lectores, aquello que nos da sentido es aportar orientaciones que contribuyan al diálogo en torno a la práctica docente y su evaluación, así como al aprendizaje y la calidad académica. Este ejemplar es una invitación a seguir dando pasos, sabiendo que el camino es largo y que ante este reto siempre tendremos respuestas inconclusas y en constante transformación. Evaluación y docencia

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