Pasos 2

6 ¿Rasgos de los buenos profesores?: ¿son todos los que están? ¿están todos los que son? Ariel Rodolfo Alcántara-Eguren* e n b ú s q u e d a... C omo una ampliación al texto publicado en el número 1 de Pasos con el título: “¿Cómo caracteriza el alum- no de la Ibero a sus buenos profesores?”, que se au- todescribe como: “una síntesis de los rasgos que con mayor frecuencia los estudiantes de cuatro licencia- turas caracterizan a sus ‘buenos’ profesores”, y en el ánimo de generar un debate en torno al tema, surgió la inquietud de poner a prueba el nivel de consenso que presentan los “rasgos” reportados. Esto debido a que el tópico representa implicaciones de importancia para los involucrados, pues como enfatiza el propio texto se establecen “algunos referentes para la promoción del desarrollo o formación del profesor así como para evaluar (y autoevaluar) su desempeño considerando la perspectiva del estudiante”. Puesto que los rasgos citados (en total un listado de 21 aseveraciones) se proponen como referentes para evaluar el desempeño docente, cabe preguntarse: ¿son todos los que están?, ¿están todos los que son? Con la finalidad de responder estas interrogantes y “es- cuchar las voces” de los estudiantes de licenciatura de la Universidad Iberoamericana Puebla (UIAP) , emplea- mos un cuestionario donde se listaron los rasgos publi- cados que presuntamente el estudiante tiene presente para reconocer a un docente como un “buen profesor”. Se solicitó a cada encuestado jerarquizara con un valor de importancia de 1 para el más significativo hasta 21 para el menos importante, esto sin repetir números. Así también se pidió que de conocer un rasgo significativo que no figurara en el listado, lo agregara al final del cuestionario. Este último material formará parte de una próxima contribución, donde respondemos a la pregun- ta: ¿están todos los que son? ¿Son todos los que están? Método: fueron aplicados 117 cuestionarios a jóvenes universitarios de la UIAP para ambos géneros, quince licenciaturas, comprendiendo del 2° al 10° semestre, para los periodos de Primavera y Otoño de 2010, con el propósito de reconocer qué rasgos forman consenso (i.e. realmente forman parte del imaginario del colecti- vo estudiantil al respecto) y cuáles no. De entre los va- lores de importancia asignados a cada rasgo se calculó la probabilidad empleando la prueba de G . Así, fueron separados para una confianza mayor al 95%, los que son asignados sólo por azar (no forman consenso), de los que demuestran estar claramente identificados en la percepción y ánimo del estudiantado. Resultados: de los 21 rasgos puestos a prueba, sólo cinco (25%) son reconocidos universalmente como rasgos genuinos del “buen profesor”. Primero y muy significativamente, lo profesionalizante, manifiesto en dos rasgos: a) Tiene experiencia y perspectiva profesional sobre distintos proble- mas de la realidad y la relaciona significativamente con sus clases. b) Domina su tema; es apasionado y cree en sus explicaciones. Secundaria y marginalmente se eligie- ron, en respectivo orden de importan- cia: Establece criterios de evaluación claros, con sentido y rigurosos No abusa de las diapositivas (Power Point) Puntual y no falta injustificada- mente a clases Discusión: de todos es conocido el he- cho de que para los universitarios que cursan una licenciatura lo más signi- ficativo se cifra en lo profesionalizan- te (sesgo inmediatista-pragmático). Así, era de esperarse que la misma cualidad que desean para sí mismos marque también su preferencia como rasgo de un “buen profesor”. Secun- dariamente se reconocen rasgos pertenecientes al orden de lo admi- nistrativo en lo académico (criterios de calificación, asistencia del profesor y el abuso en las exposiciones pre- paradas), elementos que afectan las relaciones de interés entre alumno on respecto a su profesor. Cerraremos esta contribución con la siguiente reflexión: no en todo comen- tario entre estudiantes hay consen- so, existen muchas opiniones válidas pero sólo individuales, que no forman parte de un imaginario colectivo. Con- dición siempre necesaria para formar todo “referente” digno de la tarea de la evaluación del desempeño docente. Deseamos que el presente análisis motive a mayor reflexión y participa- ción de nuestros lectores, dejando la puerta abierta para otras contribucio- nes sobre el tema. *Ariel Rodolfo Alcántara-Euguren Académico de tiempo de la Coordinación de Información y Análisis Académico ariel.alcantara@iberopuebla.edu.mx

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