Encíclica Laudato Si'

74 cluidos los derechos de las naciones y de los pueblos ».73 Con toda claridad explicó que « la Iglesia defiende, sí, el legítimo derecho a la propiedad privada, pero enseña con no menor claridad que sobre toda propiedad privada grava siempre una hipoteca social, para que los bienes sirvan a la destinación general que Dios les ha dado ».74 Por lo tanto afirmó que « no es conforme con el designio de Dios usar este don de modo tal que sus beneficios favorezcan sólo a unos pocos ».75 Esto cuestiona seriamente los hábitos injustos de una parte de la humanidad.76 94. El rico y el pobre tienen igual dignidad, porque « a los dos los hizo el Señor » (Pr 22,2); «Él mismo hizo a pequeños y a grandes » (Sb 6,7) y « hace salir su sol sobre malos y buenos » (Mt 5,45). Esto tiene consecuencias prácticas, como las que enunciaron los Obispos de Paraguay: « Todo campesino tiene derecho natural a poseer un lote racional de tierra donde pueda establecer su hogar, trabajar para la subsistencia de su familia y tener seguridad existencial. Este derecho debe estar garantizado para que su ejercicio no sea ilusorio sino real. Lo cual significa que, ade73 Carta enc. Sollicitudo rei socialis (30 diciembre 1987), 33: AAS 80 (1988), 557. 74 Discurso a los indígenas y campesinos de México, Cuilapán (29 enero 1979), 6: AAS 71 (1979), 209. 75 Homilía durante la Misa celebrada para los agricultores en Recife, Brasil (7 julio 1980), 4: AAS 72 (1980), 926. 76 Cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 8: AAS 82 (1990), 152.

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