Encíclica Laudato Si'

68 ra ».61 Por eso, nosotros necesitamos captar la variedad de las cosas en sus múltiples relaciones.62 Entonces, se entiende mejor la importancia y el sentido de cualquier criatura si se la contempla en el conjunto del proyecto de Dios. Así lo enseña el Catecismo: « La interdependencia de las criaturas es querida por Dios. El sol y la luna, el cedro y la florecilla, el águila y el gorrión, las innumerables diversidades y desigualdades significan que ninguna criatura se basta a sí misma, que no existen sino en dependencia unas de otras, para complementarse y servirse mutuamente ».63 87. Cuando tomamos conciencia del reflejo de Dios que hay en todo lo que existe, el corazón experimenta el deseo de adorar al Señor por todas sus criaturas y junto con ellas, como se expresa en el precioso himno de san Francisco de Asís: «Alabado seas, mi Señor, con todas tus criaturas, especialmente el hermano sol, por quien nos das el día y nos iluminas. Y es bello y radiante con gran esplendor, de ti, Altísimo, lleva significación. Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas, en el cielo las formaste claras y preciosas, y bellas. Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento 61 Ibíd. 62 Cf. ibíd., art. 2, ad 1; art. 3. 63 Catecismo de la Iglesia Católica, 340.

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