Encíclica Laudato Si'

67 nos permite descubrir a través de cada cosa alguna enseñanza que Dios nos quiere transmitir, porque « para el creyente contemplar lo creado es también escuchar un mensaje, oír una voz paradójica y silenciosa ».57 Podemos decir que, « junto a la Revelación propiamente dicha, contenida en la sagrada Escritura, se da una manifestación divina cuando brilla el sol y cuando cae la noche ».58 Prestando atención a esa manifestación, el ser humano aprende a reconocerse a sí mismo en la relación con las demás criaturas: « Yo me autoexpreso al expresar el mundo; yo exploro mi propia sacralidad al intentar descifrar la del mundo ».59 86. El conjunto del universo, con sus múltiples relaciones, muestra mejor la inagotable riqueza de Dios. Santo Tomás de Aquino remarcaba sabiamente que la multiplicidad y la variedad provienen « de la intención del primer agente », que quiso que « lo que falta a cada cosa para representar la bondad divina fuera suplido por las otras »,60 porque su bondad « no puede ser representada convenientemente por una sola criatu57 Juan Pablo II, Catequesis (26 enero 2000), 5: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (28 enero 2000), p. 3. 58 Id., Catequesis (2 agosto 2000), 3: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (4 agosto 2000), p. 8. 59 Paul Ricoeur, Philosophie de la volonté II. Finitude et culpabilité, Paris 2009, 2016 (ed. esp.: Finitud y culpabilidad, Madrid 1967, 249). 60 Summa Theologiae I, q. 47, art. 1.

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