La 4T bajo la lupa

— 65 — LOS GRITOS CONTRACULTURALES DE CIUDADANAS ACTIVAS: LA INTERPELACIÓN FEMINISTA A LA CUARTA TRANSFORMACIÓN Nathaly Rodríguez Sánchez Buscando un concepto que lograra explicar el tipo de relaciones que pueden establecer las mujeres para actuar en sociedades que las mantienen en condiciones de subordinación, las feministas italianas recuperaron en 1980 la idea de affidamento, concepto que busca expresar la confianza que puede crear y mantener una mujer con otra al punto de que tal relación represente un asidero fundamental en el desarrollo vital de quienes participan del contacto. Con ese término se intenta recuperar, resaltar y reproducir los lazos que históricamente se han establecido entre mujeres para cuidarse y protegerse45 y, claro está, se insinúa y proyecta la potencia transformadora en las relaciones de poder que pueden originar tales cercanías. Esto último en tanto el affidamento no es sólo compañía o amistad: se entiende como una alianza íntima en la que circulan información clave, insumos y fuerza entre mujeres, permitiendo el afianzamiento personal de cualquiera de ellas al saber que cuenta con una red de apoyo en otras. Supone pues “un ‘encomendarse’ de las mujeres entre sí a través del amor y la confianza entre iguales” (Solorza, 2015: 120). Por esta vía, el concepto deriva en una ruptura de la relación de dependencia que en la mayoría de las situaciones sociales mantienen las mujeres con respecto a los varones en desarrollo de la centralidad que les ha sido otorgada a éstos en las sociedades occidentales. Al resaltar la potencia del affidamento se motiva entonces a las mujeres a crear otro tipo de sentido en las relaciones cotidianas que sostienen entre sí: al implicar reconocimiento entre ellas, se valora a cada una de las que participan en el contacto y sobre esa base se puede moldear mayor confianza en las representaciones que de ser el caso deban establecerse. Así las cosas, este proceder social empodera las relaciones establecidas entre mujeres en contextos que suelen mantenerlas aisladas, aminoradas en sus saberes o en competencia. Pero esto no es todo, éste puede producir aún más procesos transformadores para la construcción de sociedades justas. 45 Carroll Smith-Rosemberg (1996) había advertido tempranamente en una investigación publicada en 1975, teniendo como punto de referencia el comportamiento de mujeres de diversas familias protestantes estadounidenses de las que recuperó archivos personales que cubrían el periodo 1760-1880, las robustas redes establecidas entre ellas para acompañarse en los diferentes eventos vitales —adolescencia, maternidad, pérdidas de hijos o viudez— y en medio de retos emocionales usualmente atravesados en soledad —tales como violencia intrafamiliar, separación o abandono—. Con tal aporte Smith-Rosemberg mostraba que aun en los casos en los que sí se cumplía el confinamiento al espacio doméstico para las mujeres (muestra de sociedades que funcionan bajo parámetros patriarcales), en muchos casos las vidas de ellas pudieron sostenerse gracias a las relaciones establecidas con amigas y/o parientes cercanas o de la familia extendida.

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