La 4T bajo la lupa

— 14 — El 28 de agosto de 2020, el presidente y su vocero embistieron contra organizaciones de la sociedad civil y medios de comunicación, señalándolos por recibir recursos del extranjero, específicamente de Estados Unidos, para criticar la construcción del Tren Maya. La acusación topó con pared. Animal Político (2020), uno de los medios incluidos, reveló que el acuerdo con una de las fundaciones extranjeras mencionadas fue para un proyecto que se realizó antes siquiera de que iniciara el gobierno de López Obrador. En el caso de las organizaciones sociales, una amplia red de asociaciones, colectivos y personas alertó que la declaración presidencial “genera un efecto multiplicador que permite y legitima la actuación de otros actores estatales y no estatales, en perjuicio de las personas defensoras y periodistas, debilitando aún más el Estado de derecho en nuestro país” (Espacio_OSC, s/f); y llamó tanto al gobierno federal como a los gobiernos locales a “cesar discursos y acciones que estigmatizan y criminalizan la labor de las personas defensoras de derechos humanos y periodistas”, “generar espacios adecuados de diálogo abierto con las organizaciones de derechos humanos quienes defienden los derechos de los pueblos y comunidades afectadas (por megaproyectos)”, y “posibilitar una discusión pública sobre temas de interés social y adoptar un discurso a favor del pluralismo y crítica” (Espacio_OSC, s/f). Siete meses después, el 26 de febrero de 2021, López Obrador y su vocero —nuevamente— reclamaron a la prensa que presentó las cifras que había dado a conocer la Auditoría Superior de la Federación relativas al sobrecosto en la cancelación del aeropuerto de Texcoco. Esta vez no sólo llamó por su nombre a las empresas informativas, sino que mostró un video con la recopilación de la cobertura noticiosa de más de una docena de medios. A los dos días de haber entregado los informes de fiscalización de la cuenta pública de 2019, la Auditoría se retractó del costo estimado inicialmente, sin embargo, lo que hizo la mayoría de los medios exhibidos fue simplemente reportar lo dicho por la propia institución. Estos ejemplos no son sino antecedentes de la sección “Quién es quién en las mentiras”, una práctica excesiva con la que el presidente decidió institucionalizar la desinformación a través de versiones imprecisas, omisiones y datos falsos (Animal Político, 2021). Con el pretexto de hacerle frente a la manipulación que se presenta en los medios y las redes sociales, en sus siete primeras emisiones esta sección ha exhibido el comportamiento y la cobertura de varios medios y periodistas, tropezando reiteradamente y repitiendo con yerros y desmesuras lo que declara combatir. nuevo ni propio de este sexenio, pero sí es uno que ha evolucionado en los últimos años, trascendiendo incluso la categoría de bot con “cuentas que reaccionan de manera orquestada para atacar-defender intereses específicos en momentos específicos” (SignaLab, 2020). A decir de este espacio académico, estamos ante una tecnoartillería política con “perfiles utilizados para sostener sistemáticamente el tren de conversación a favor o en contra en una discusión” y reforzar la narrativa de visualizar a la prensa como enemiga.

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