Talento IBERO 2021

32 ¿Quién al verla en tal estado, derramando copiosas lágrimas, podría dudar de su profunda preocupación por la cordura de su esposo? ¿Quién entonces dudaría de su cariño hacia él y de lo insólito de la situación? Era imposible consolarla, cuanto más Juan lo intentaba, más redoblaba sus esfuerzos en gritar y agravar su llanto. Tan buena era ella para fingir sus lágrimas. Federico volvió a hablar. —Déjala, mis razones son contigo. Has de saber que yo habité hace muchos años en esta misma casa. Y aquí me quedé, no encontrando mi alma consuelo en el otro mundo. Yo fui un hombre muy celoso en vida, así como tú ahora. No dudaba en restringir toda libertad a mi esposa y resguardar fuertemente mis posesiones. Al final, nada de eso importó, mi mujer escapó de mi rigurosa vigilancia a la primera que pudo con un joven criado nuestro. Ay de mí, debí imaginármelo, entonces nada sospechaba, hasta que un día no volví a verle más; me despojaron de mis bienes, dejándome pobre y solo para morir de tristeza y soledad. El mismo futuro vaticino en tus pasos. Por eso me muestro hoy ante ti, por ver como tratas a tu Teresa y la ofendes con tu desconfianza. No podía esperar más, de ahí la forma tan rudimentaria en que ante ti aparezco. Sigue como hasta ahora y te auguro un amargo fin, tan amargo como el mío, vagando sin consolación por estos mismos muros, hasta que el peso de tus penas sea tanto que quieras morir doblemente. Este es mi consejo, deja de disponer de la vida de tu esposa como si fuera la propia, si no quieres acabar como yo. Y no te sorprendas de verme merodear por la casa, pues aún me queda un enorme dolor por purgar. Acto seguido, cerró la puerta de aquél cuarto lanzando lastimeros gritos; esperaría el momento oportuno para salir. Juan, por su parte, no se atrevió a volver abrir la puerta, convencido de todo cuanto había escuchado, tanto era su miedo a la visión. Para consolar a

RkJQdWJsaXNoZXIy MTY4MjU3