En este tiempo, donde convergen la pandemia, el deterioro socioambiental y la violencia, manifestada en hechos como los de Cerocahui, en la sierra Tarahumara, donde fueron asesinados nuestros hermanos jesuitas Javier Campos, S.J y Joaquín Mora, S.J, la IBERO Puebla quiere refrendar su compromiso de poner en el centro de su horizonte y sus decisiones a las personas y sus vidas, en particular a las más excluidas. Los últimos dos años nos han enseñado que, si no asumimos este compromiso, el desenlace es el de un mundo fracturado. El cuidado no parece ser una opción, sino un imperativo.
Las alarmas se han encendido y, por momentos, la sensación es la de estar al borde del colapso. Los desafíos que enfrenta la humanidad a nivel global nos desbordan y las respuestas a nivel económico, político, jurídico, social y cultural resultan insuficientes. En suma, nos encontramos ante una crisis civilizatoria que nos obliga a repensarlo todo.
Si vamos a la raíz del problema, una clave de respuesta puede estar en los cuidados. No en aquellos que a menudo remitimos al ámbito doméstico e, incluso, atribuimos desigual y exclusivamente a las mujeres, sino en aquellos que, colocados en el centro, son tarea de todas y todos y nos implican en la construcción colectiva de instituciones y redes de cuidado.
Por ello, la Campaña Universitaria 2022 tiene como lema “Del cuidado personal al cuidado colectivo para sanar un mundo roto”.
La noción del cuidado y la ética que se deriva, nos permite generar condiciones para que quienes integramos la comunidad universitaria podamos mirarnos y acercarnos desde una condición de igualdad y fragilidad, pero sobre todo de interdependencia. El cuidado nos pone en relación, entre personas y entre especies, nos acerca a las otras y los otros desde un deseo genuino de ayudar, recibir, hospedar, contener, y nos anima a promover y ejecutar acciones de empatía y solidaridad El cuidado puede ser un antídoto frente a la mercantilización del mundo, al protagonismo del lenguaje del éxito asociado a la ganancia y la eficiencia que ve en las personas cifras y no historias.
En tal sentido, Del cuidado personal al cuidado colectivo busca ser el pretexto de una movilización universitaria y social en favor de la justicia, la paz, la casa común y la esperanza, a fin de acompañar y reparar este nuestro mundo roto.
Para la IBERO Puebla, la apuesta por el cuidado colectivo, tanto personal como colectivo, es una invitación a superar las miradas individualistas y de autosuficiencia que han favorecido la cultura del “sálvese quien pueda”. Desde nuestra perspectiva, lo decisivo del cuidado está en la experiencia de cruzar el umbral del individualismo y asumir que solamente somos con otros -con y para los demás-, que participamos de un todo en el que compartimos un espacio y tiempo común, necesitado de redes de cuidado.
Así, el contexto que abre nuestra campaña se convierte en una oportunidad para repensarnos, para curar y sanar nuestras relaciones, para regenerar y fortalecer nuestros modos de hacer, ser, pensar y vincularnos, y sobre todo, para comprometernos y responsabilizarnos con las personas en condiciones de mayor vulnerabilidad e históricamente marginadas, e igualmente con las otras especies con las que compartimos la misma casa. Cuando asumimos cuidar la vida manifestamos nuestra convicción de que es digna de atención, de respeto, empeño y aprecio. Si bien la idea en torno a la centralidad de los cuidados ha adquirido protagonismo en el marco de la pandemia, la preocupación es previa y puede representar una puerta de entrada para imaginar una política del cuidado que, inspirada en la ética del cuidado, reclame nuevas respuestas personales y colectivas, fundada en la responsabilidad con todo ser vivo.
¿A qué tipo de cuidado apelamos? Al hablar de cuidado nos referimos a una manera de atención basada en la compasión, la ternura, el respeto y la confianza. Por eso, “hacer algo con cuidado” supone tener en cuenta las condiciones, la singularidad, las características y los dolores de las personas y los seres vivos. De igual forma, “hacer algo con cuidado” es ofrecer un acompañamiento a cualquiera, con esmero, delicadeza, amabilidad, escucha activa, responsabilidad y paciencia. Esto es, una invitación a la sensibilidad y al compromiso con la otredad, evitando esquemas de voluntarismo, asistencialismo y paternalismo.
Invocar el cuidado es interpelar a la realidad estando dispuestos a ser tocados por el dolor del mundo, a dejarnos afectar por el sufrimiento de otras personas y especies. Todo cuidado se desprende del amor al mundo, nos conecta con la vida, nos dispone a salir de nosotras y nosotros, a despertar ante la indiferencia y a aprender a ser y a estar con otras y otros.
Este es el propósito de nuestra campaña: repensar paradigmas, sacudir voluntades, generar alianzas e inventar nuevas prácticas, así como cultivar otros modos de habitarnos y de estar en el mundo, en la igualdad y en la diferencia.
Bienvenidas y bienvenidos sean todos a este periodo de apertura, sensibilidad, creatividad, renovación y encuentro.
Referencias
Batthyány, K. (2020) (coord.). Miradas latinoamericanas a los cuidados. Ciudad de México: CLACSO, Siglo XXI.
Boff, L. (2002). El cuidado esencial. Ética de lo humano, compasión por la Tierra. Trotta.
Camps, V. (2021). Tiempo de cuidados. Otra forma de estar en el mundo. Barcelona: Arpa.
Gilligan, C. (2013). La ética del cuidado. Barcelona: Fundació Víctor Grífols i Lucas.
Laguna, J. (2021). Cuidadanía. Del contrato social al pacto de cuidados. Madrid: PPC.