Rúbricas 8

91 I. TE LO SUPLICO, HAY QUE MORIRNOS JUNTOS Después tuve una visión. He aquí que una puerta estaba abierta en el cielo, y aquella voz que había oído antes, como voz de trompeta que hablara conmigo, me decía: “Sube acá, que te voy a enseñar lo que ha de suceder después.” Al instante caí en éxtasis. Vi una cama de ramas colgando del cielo, y sobre él, yerto, el cuerpo de un cordero, alumbrado por cuarenta y tres lámparas. Las lámparas contienen las buenas obras de los Vivientes, cuya carne han debido verter en holocausto. Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda raza, lengua y pueblo, de pie delante del lecho y del cordero, vestidos con vestiduras ensangrentadas y con cráneos en sus manos. Y gritan con fuerte voz: La salvación ha sido postergada. PARUSÍA DE LOS MUERTOS

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