Rúbricas 8

70 Primavera 2015 En el contexto de globalización neoliberal se están excluyendo –desechando– cuerpos vivientes, como nunca antes en la historia. Por consiguiente es fundamental considerar la corporeidad como fuente de criterios para una ética solidaria, para la transformación de la economía actual y del Estado. Los cuerpos vivientes como fuente de criterios tienen que prevalecer para enfrentar una lógica de mercado totalizante y a todos sus protagonistas, incluyendo al Estado. Éste es un medio que debe estar a favor de garantizar la vida y no un fin en sí mismo. La opción por otra economía, por la reproducción de la vida En el mundo avanzan prácticas económicas que tienen en común la prioridad por la reproducción de la vida humana y de la naturaleza. Una gran variedad de experiencias con este sentido conforman ya un amplio movimiento social que agrupa diversos rostros, culturas y países. Esta otra economía, denominada así porque pone en el centro y el horizonte la apuesta primera por la reproducción de la vida y no por el capital (que es medio y no fin en sí mismo), ha recibido distintas denominaciones, entre las que se encuentran Economía para la Vida y Economía Social y Solidaria (ess). Según Coraggio (2009: 30), hablar de economía social solidaria implica afirmar que los valores de otra economía deben consolidar comportamientos solidarios. Esto no implica la anulación del individuo en una comunidad impuesta, sino un efectivo despliegue de su identidad y capacidades, en el contexto de comunidades voluntarias o ancestrales y de una sociedad incluyente donde quepan todos, donde el yo no pueda desplegarse ni enriquecerse sin el otro. Una economía donde no sólo luchamos asociados, cooperando y asumiendo lo público como patrimonio común para lograr una mejor reproducción de nuestras vidas, sino que somos parte de un proyecto sociocultural y político de construcción de una economía que debe incluir a todos. La postura anterior plantea la construcción o reconstrucción de otra economía, distinta a la economía del capital, en donde se valore de manera importante los procesos simples que garantizan el sustento de hombres y mujeres, así como el desarrollo de formas culturales y técnicamente complejas de producción, distribución, circulación y consumo. Se trata, además, de perfilar y fortalecer las prácticas productivas y reproductivas que ya han puesto en marcha numerosos grupos sociales en el mundo, y que requieren ser fortalecidas a través de políticas adecuadas. En México se cuenta con una Ley de ess que si bien no responde cabalmente a las propuestas y expectativas de amplios grupos de la ciudadanía, abre oportunidades con el reconocimiento del sector social de la economía en el Artículo 25 Constitucional; esto puede propiciar una serie de acciones que fortalezcan nuevas formas de organización económica que avancen en una lógica de economía para la vida. Es fundamental que se construyan los espacios para una amplia participación de la sociedad en las instancias involucradas en su implementación. La afirmación de los derechos humanos En el campo de los derechos humanos se expresan nítidamente los grandes dilemas y tensiones de nuestro tiempo; creemos que allí se impone una reflexión profunda de las relaciones sociales concretas que es el lugar de la ética. Pero ¿por qué hoy se habla y se permite tanto espacio para hablar de los derechos humanos? El problema es nuevamente situar quién(es) y desde dónde se habla de derechos humanos, ¿es desde los/as excluidos/as y las víctimas de la estrategia dominante de la globalización económica neoliberal, o desde sus protagonistas? Diríamos que hoy están presentes ambas opciones en conflicto. ¡Las grandes corporaciones transnacionales defienden sus derechos y están llevando a tribunales no sólo a personas sino hasta gobiernos…! Desde los/as pobres, desde los/as excluidos/as, se pugna por el primer derecho a ser Sujeto –en su dimensión personal y colectiva–, se lucha por el reconocimiento y las garantías del ejercicio de los derechos como seres humanos en el espíritu de la Declaración de 1948 y más allá de ella. Éstos forman un conjunto de derechos universales, no separables, no divisibles: todos los derechos humanos. Entre ellos están los derechos económicos, sociales y culturales; los derechos civiles y políticos; los derechos sexuales y reproductivos. Citamos esta última gama de derechos porque no por casualidad están en el centro de confrontaciones actuales: el derecho como hombres y mujeres de participar como ciudadanos/as libres en las decisiones políticas y económicas, en las políticas ambientales, en la cultura y, por supuesto, en las decisiones sobre el propio cuerpo. Hoy tiene que darse una mirada crítica al ejercicio de estos derechos junto al gran tema de la libertad, sobre todo ante la embestida renovada del conservadurismo y de los fundamentalismos de diverso tipo. La defensa de la universalidad e indivisibilidad de los derechos humanos es una tarea primordial, la cual implica la denuncia y confrontación de la lógica de mercado que pretende convencernos del paraíso posible, cuando en realidad éste lleva sistemáticamente a la exclusión, no sólo de personas sino de regiones y países enteros. ¿por qué hoy se habla y se permite tanto espacio para hablar de los derechos humanos?

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