Ser jóven en el México de la segunda década del siglo XXI es lo más parecido a desempeñar una ocupación de alto riesgo; no es posible observar el devenir de nuestros jóvenes sin sentir en lo profundo del corazón una emoción en la que se mezclan la angustia y la fascinación, un sentimiento que no se sabe si anticipa un desastre inapelable o la revelación definitiva. Lo único cierto es que más allá de cualquier retórica, el mundo y México se juegan hoy su destino en la gravitación sobre la incertidumbre de esos millones de vidas. Es urgente hablar de los jóvenes, pero aún más urgente es escucharlos, y ese es precisamente el espíritu con el que la IBERO PUEBLA ha querido dedicar este número de su revista Rúbricas a ellos.
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