Rúbricas 6

52 Otoño - Invierno 2013 Los organismos en sus operaciones se rigen por “las disposiciones fiscales vigentes” (48). Si la intención fuera realmente desarrollar al sector debería proponerse exención fiscal por sus aportaciones a la creación de empleos, a la elevación del nivel de vida y al bienestar general. Las cooperativas no deberían pagar impuestos si en vez de contratar trabajo asalariado incorporaran socios; deben quedar exentos de impuestos aquellos colectivos cuyos excedentes se destinan a crear nuevos grupos solidarios. La reforma aprobada por los diputados no hace ningún cambio. Por una política de la economía social y solidaria El concepto de economía social y solidaria (Ecosol), el Tercer Sector social entre el Estado y el mercado, no constituye un sector homogéneo ni organizado de la economía, pertenece al campo de la sociedad civil, aunque no es un espacio delimitado estrictamente debido a la diversidad de interconexiones y su naturaleza innovadora. Por contener un potencial antisistémico se halla en contradicción con la tendencia del sistema capitalista a mercantilizar toda actividad. Eso no escapa a los defensores del capitalismo y crean toda suerte de dispositivos para quitarle el filo transformador y domesticarlo. Entre ellos destacan tres mecanismos: 1) el encuadramiento corporativo, obsesivamente detallado en esta Ley de Economía Social y Solidaria (versión 2012); 2) la instrumentalización por parte de las empresas, y 3) convertirlo en un medio de clientelización y asistencialismo. Si se toma en serio el movimiento por una economía social y solidaria, tendría que poner por delante su voluntad de implantarse de hecho y derecho en la vida nacional, como una fuerza autónoma de los poderes dominantes, pugnante entre las fuerzas del capitalismo hegemónico. Esto supone defender el carácter transformador de la economía social y solidaria, asumirse como una fuerza creadora de un espacio donde interactúan los movimientos cívicos, indígenas, urbano/ populares, culturales y de trabajadores. El movimiento Ecosol constituye una opción real para los desempleados y los marginados, los trabajadores empobrecidos, tanto como para los profesionistas, estudiantes, sindicalistas y, en general, para los ciudadanos ansiosos de experimentar alternativas al desarrollo concentrador y excluyente. De múltiples maneras los movimientos sociales se relacionan y apoyan, y en eso radica la incesante diversificación e innovación de las iniciativas de la economía social y solidaria. Contra el riesgo de poner a la Ecosol al servicio del capitalismo se impone la necesidad de oponerse a cualquier forma de reconocimiento obligatorio, a los condicionamientos y controles para ejercer el derecho a obtener créditos y apoyos. La fuerza del movimiento Ecosol reside en la práctica de la democracia participativa y directa, en la autogestión del trabajo y en el principio de coordinación de las asociaciones. Lucha por más democracia y libertad política, de ahí la importancia de proteger su independencia frente al Estado, a las empresas y poderes privados, incluyendo las corporaciones religiosas y el sistema de partidos políticos. Necesita desarrollar su propuesta en los sindicatos, en el sentido de crear colectivos para proteger el consumo, el ahorro y préstamo sin agio y sin subordinación al capital financiero. A diferencia del modelo empresarial capitalista, el cooperativismo se propone transformar el trabajo asalariado en trabajo asociado, y a organizar la producción sobre la base de la propiedad colectiva. Para ocupar su lugar en la vida pública ha de luchar contra la privatización del Estado, en especial de los recursos públicos, lo que implica conquistar una parte creciente de éstos, con fines sociales. El acceso a dichos recursos es un derecho ciudadano, una posición radicalmente contraria al propósito de reducir al Tercer Sector a la condición de sujetos de asistencia; no puede aceptar ser considerado sector “vulnerable” que puede subordinarse al cambio de “apoyos”. La ley debe reconocer el derecho a la contraloría civil autónoma, a darle cabida institucional y asegurarle el carácter vinculante de los resultados de su vigilancia sobre el destino de los recursos y el desempeño de las funciones institucionales. Del examen de la Ley de Economía Social y Solidaria se concluye que entraña peligros para el desarrollo del sector y por eso debe ser resistida. Los riesgos descritos son evitables, no hay razón para dejarse atrapar en la trama corporativa y clientelar. A fin de cuentas, con o sin ley, el movimiento por la economía solidaria necesita esclarecer su propio proyecto, persistir en su práctica libre, con voluntad de reproducirse e implantarse en la vida nacional. Del examen de la Ley de Economía Social y Solidaria se concluye que entraña peligros para el desarrollo del sector y por eso debe ser resistida.

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