Rúbricas 17

Rúbricas XVII Talante beligerante para una educación combativa 52 53 Rúbricas XVII Retos y perspectiva de la Educación Media Superior en Universidades Jesuítas que se busca es que esa realidad aluda e invite a nuestros estudiantes a sumarse en la búsqueda de soluciones y a la transformación de esas realidades en las que, por lo general, nada cambia con el trabajo asistencial que se llevó a cabo. Las experiencias de contacto, como el servicio social, la laboral o rural, son un pretexto para que los jóvenes practiquen y perfeccionen sus conocimientos y habilidades, poniéndolos al servicio de los demás sin esperar retribución alguna, pero desde el punto de vista ético, sus alcances y limitaciones terminan por promover pena o culpa y no el compromiso solidario de la compasión. Los jóvenes no buscan vivir estas experiencias porque se sienten invitados o aludidos, sino porque son obligatorias, pues forman parte de los requisitos de acreditación para concluir sus estudios. Si bien la obligatoriedad ayuda a que, a pesar de la indiferencia o las resistencias personales, realicen un acercamiento a contextos que, de otra manera, les serían ajenos o estarían mediados por la televisión o Internet, quizá esta misma imposición provoque que algunas personas se cierren a la posibilidad y aunque sus ojos estén abiertos, sus consciencias y sus corazones se amurallan. La invitación para ayudar a los otros debe provenir del amor al prójimo, no puede llegar desde la lástima o la culpa. La lástima mueve desde el paternalismo, provocando una actitud mesiánica; la culpa casi siempre llega desde el adoctrinamiento y el dogmatismo, poniendo el privilegio o las oportunidades como si fueran inmerecidas y requirieran algún tipo de expiación. No es el amor lo que se le inculca al estudiante, pero es el amor lo único que puede provocar las invitaciones a Maroño, R. (2021). “Rosas Blancas”. Manifestación en Fiscalía de Puebla por las madres buscadoras de personas desaparecidas. Fotografía donada por la autora. ser diferente y renovarse. Ahí radica lo revolucionario de la inspiración cristiana en los modelos formativos jesuitas, no se necesita creer en Dios, ni profesar una religión específica, porque los valores del cristianismo trascienden el dogma y la religión, pues su universalidad está en eso que cualquiera podría aceptar como deseable y necesario para hacer del mundo un mejor lugar. Lo revolucionario del cristianismo, de los valores que proponen las instituciones educativas jesuitas, está en pensar que todo y todos estamos conectados y nuestros destinos y supervivencia, nuestras posibilidades de resolver los grandes retos planetarios están en la fraternidad y la capacidad para afrontar juntos estos retos. De ahí la importancia de que las personas que forman parte de esta comunidad promuevan en los estudiantes la alegría, el optimismo crítico, la rebeldía contra la injusticia y el espíritu combativo necesario para afrontar con valor las dificultades y los retos que la realidad nos presenta. Pero no se puede dar lo que no se tiene, no se puede promover lo que no se cree, por eso es de suma importancia que la institución considere a quiénes suma en este proyecto y cuáles son los filtros que debería tener para formar esta comunidad. - Sembradores de esperanza A manera de conclusión, el papel de la educación media superior en la formación de jóvenes debe considerar, seriamente, que educamos para el mundo actual, no para perpetuarlo y que se adapten más a él los estudiantes que pasan por nuestras aulas, sino en el sentido de que sean mejores en él y para él. Mejores en él significa que se comporten de manera más responsable, con una ética planetaria; mejores para él apunta a que sean agentes de cambio que, de forma activa, hagan lo correcto, promuevan y, además, construyan, de manera comunitaria, las condiciones para revertir el daño causado. Esto implica un movimiento de consciencias para que, al entrar a la universidad, no lleguen preparados en términos de la especialización técnica, sino con ansias de

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