Rúbricas XVII Talante beligerante para una educación combativa 48 49 Rúbricas XVII Retos y perspectiva de la Educación Media Superior en Universidades Jesuítas da una transformación personal para crear las condiciones que permitan, en lo inmediato, tener esperanza en el porvenir; se trata de las opciones más viables para que el talante beligerante que proponía Ellacuría se actualice en nuestras escuelas, y se simiente una comunidad que, poniendo en el centro a los más necesitados de nuestras sociedades, encuentre en la compasión y el servicio la forma de dar sentido a sus vidas y a lo que hacemos en nuestras aulas y fuera de ellas. - Combativos, alegres, optimistas y rebeldes Para forjar personas libres, primero hay que hacerlas conscientes, de ahí que la formación en nuestras instituciones educativas tiene como objetivo “formar personas conscientes, competentes, compasivas y comprometidas”, como afirmó el padre Luis Ugalde SJ (2012:1). Inicialmente, puede parecer idealista pretender que los propósitos institucionales se alineen en beneficio de los pobres, o utópico pensar que la educación y algunas instituciones educativas puedan ser, por un lado, el contrapeso del poder y los intereses de los poderosos y, por otro, el catalizador para la transformación social que permita un mundo más justo y humano, sobre todo considerando que nuestras instituciones ofrecen una formación de calidad para los privilegiados; formación que muchas veces contribuye a que mantengan sus privilegios, sin devolver a la sociedad algo de los dones recibidos. Es verdad que no se logra que todos los estudiantes que pasan por las aulas de una escuela jesuita hallan la invitación para vivir los valores que se promueven, pero hay más sentido en ello, que en no promoverlos en absoluto y esperar que los encuentren por sí mismos en un mundo que favorece el individualismo egoísta. Martín-Baró (1998) afirma en su libro, La Psicología de la Liberación, que no se puede hablar de conscientización sociopolítica “si no hay conciencia de quiénes somos, ni de a quién servimos” (137); los alcances y limitaciones de una institución de educación media superior en adhesión a una universidad confiada a la Compañía de Jesús se pueden ponderar desde aquello que se ha logrado en términos de movilizar las consciencias y cambiar las actitudes a partir de las acciones concretas que ha puesto la escuela, como los campamentos y las experiencias; así como desde lo que se puede realizar a partir de las condiciones estructurales, infraestructura y personal con que cuenta la institución, para conseguir los propósitos formativos alineados a la misión y visión institucional, es decir, los recursos materiales y humanos que se ponen al servicio de la obra. Hay resistencias internas y externas a la institución, que limitan y pugnan para evitar que estos alcances puedan vislumbrarse en el horizonte de transformación social. Pues es un hecho que muchas personas que son depositarias y beneficiaras de nuestra educación gozan de los privilegios del orden que impera, lo que supone convencerlas de que es posible vivir de forma distinta e invitarlas a renunciar a las lógicas de las que se benefician, es decir, moverlas a renunciar a los privilegios en la búsqueda de una sociedad más justa, lo que implicaría vivir de manera más mesurada y responsable. “No es una apología de la pobreza, sino de la sobriedad”, afirmaría el expresidente uruguayo Pepe Mujica, en varias de las entrevistas en las que defendía una vida con propósito. El deber ser de la misión institucional en nuestras prepas no puede alcanzarse exclusivamente en su ámbito de acción, pero es en ese ámbito que contribuye al logro declarado en ella, por consiguiente, de no hacer lo que le corresponde limitaría o, incluso, imposibilitaría los cambios que promueve, dejándolos en un discurso que, más que orientación de prácticas, es una campaña publicitaria o un slogan para la promoción y captación de nuevos clientes. Los jóvenes que tienen la oportunidad de incorporarse a las escuelas de inspiración ignaciana son privilegiados, no por el hecho de pertenecer, sino porque pertenecen por las condiciones sociales y prerrogativas que les dan oportunidades únicas. Así, nuestra institución termina por contribuir a la formación de excelencia que ahonda en esas desigualdades cuando nuestros estudiantes ven en sus ventajas una posibilidad de servirse a sí mismos, superarse y escalar más rápido y más alto que los demás, en el escalafón laboral, político y social, para ganar poder que les sirve, y no para servir con el poder obtenido. Conscientes, compasivos, comprometidos y competentes. ¿Qué logramos de esto y para quién logramos esto? La consciencia no es tal si solamente es conocimiento de hechos y no invitación o transformación en y para ser una perso-
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