Rúbricas 17

Rúbricas XVII Una mirada al liderazgo ignaciano... 38 39 Rúbricas XVII Retos y perspectiva de la Educación Media Superior en Universidades Jesuítas tender y apropiarse de la expresión cura personalis. Guibert (2017) explica que, para Ignacio de Loyola, esta expresión se refiere a la ayuda de uno a otro para que Dios y la persona se encuentren, es decir, hace referencia a cuidar a la persona, a amar y entender a los demás, y a promover el desarrollo integral de ella. La persona, y no sus resultados, es el centro de la gestión del líder ignaciano. Un liderazgo humanista y humanizador La finalidad última del liderazgo ignaciano está relacionada con la formación integral, entendida como un proceso formativo que puede generar escenarios y relaciones para estimular a las personas y las comunidades. Desde esta perspectiva, el liderazgo humanista impulsa y promueve una conciencia en el líder que hace que sienta y se comprometa con la transformación de la realidad, que desarrolle un juicio crítico, y que aprenda a discernir para tomar las decisiones correctas. Es un líder con sensibilidad estética y moral. Un liderazgo que reconoce los contextos El liderazgo ignaciano es consciente de su historicidad. La gestión se lleva a cabo sumergiéndose en asuntos y significados sociales, políticos y culturales complejos. La contextualización involucra a la persona y a la realidad que desea experimentar, comprender, apropiar y transformar. En este sentido, el liderazgo ignaciano es liberador y generador de esperanza; su acción transformadora es de perspectiva multicultural, y puede acoger las diferencias y dialogar con la complejidad del individuo y de las comunidades. Un liderazgo que privilegia la experiencia La experiencia es el producto de un encuentro complejo entre lo que existe y la persona consciente. La experiencia puede ser sensorial, emocional, motora, interna y mental. En palabras de Ignacio de Loyola: “no el mucho saber harta y satisface al alma, cuanto el sentir y gustar de las cosas internamente” (Ejercicios Espirituales, anotación 2). No solamente el conocimiento es lo que llena y satisface a la persona, sino el comprender y saborear profundamente la verdad. La experiencia está relacionada con la apropiación, con el involucrarse en el proceso de gestión. Un liderazgo cimentado en una conciencia reflexiva que sabe discernir para decidir bien Es importante aprender a elegir bien. Los binomios: experiencia-reflexión y decisión-acción, son procesos dinámicos en el ejercicio del liderazgo ignaciano. En el proceso de reflexión, el líder debe distinguir dos operaciones básicas: entender y juzgar. Entender es descubrir el significado de la experiencia. Permite a la persona pensar libre y conscientemente, conceptualizar, proponer hipótesis, conjeturas, elaborar teorías y definiciones. Un liderazgo del encuentro en la confianza El liderazgo ignaciano surge de la experiencia de una relación, que se traduce en un encuentro de transformación y liberación. El encuentro entre el líder y el otro enfatiza la confianza y la credibilidad; en este sentido es un liderazgo optimista que cree en las habilidades y posibilidades de los demás. El encuentro se convierte en acompañamiento para despertar y estimular el crecimiento de las personas, en los contextos donde ellas se significan. Un liderazgo que integra Desde el principio Loyola trató de combinar virtud con letras para formar personas virtuosas y académicamente competentes. Formar mujeres y hombres íntegros que den testimonio de excelencia, que busquen la verdad y que, con consciencia y responsabilidad, se comprometan a conocer la realidad del mundo en el que viven. Nada es más propicio para provocar cambios en las personas y en las comunidades que hacer preguntas sobre sus zonas de confort en el momento adecuado, no hay crecimiento sin crisis. Un liderazgo que privilegia el diálogo desde una auténtica conversación El liderazgo ignaciano es dialógico desde su origen y desarrollo. El diálogo es una relación entre iguales, basado en la inteligencia cognitiva, el beneficio mutuo, el afecto, el respeto, la confianza y la esperanza de las personas.

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