Rúbricas XVII Una mirada al liderazgo ignaciano... 36 37 Rúbricas XVII Retos y perspectiva de la Educación Media Superior en Universidades Jesuítas ha de definir sin perder de vista los siguientes elementos: el liderazgo es una acción, una actitud, una capacidad e implica un objetivo común asumido por todos. Para el autor citado, el liderazgo ignaciano es: Un estilo de vida que, al servicio de la misión de Jesucristo, se inspira en los Ejercicios Espirituales, para orientar y acompañar el proceso de desarrollo humano en lo personal y comunitario, hacia la excelencia integral, en la formación de hombres y mujeres para los demás y con los demás (187). La definición de Vásquez se fundamenta en las perspectivas emergentes del liderazgo: transformacional, de servicio, resonante y espiritual. La visión del liderazgo transformacional es una de las más desarrolladas y estudiadas en la actualidad. Su precursor es Bernard Bass (1985), quien se inspiró en Robert House (1977) y James McGregor Burns (1978), que propusieron la perspectiva del liderazgo carismático y transformacional. La teoría sobre liderazgo transformacional considera las características y comportamientos de los líderes, y las variables contextuales; comparando con otras perspectivas teóricas sobre el liderazgo produce una configuración más integral (Yukl y Van Fleet, 1992). Bass describe este estilo de liderazgo en términos de la influencia del líder en sus seguidores. Los líderes con características transformadoras animan y hacen que sus seguidores sean conscientes de la importancia y el valor de los resultados obtenidos, generando cambios en ellos. El liderazgo de servicio es otra perspectiva teórica de liderazgo emergente propuesta por Greenleaf, quien en 1970 estableció la base de esta perspectiva, que luego fue desarrollada por diferentes académicos. Este liderazgo se basa en la disposición inicial del líder para enfocar y servir a los demás, y luego guiarlos y dirigirlos, donde lo más importante es beneficiar su crecimiento y bienestar (Greenleaf, 1970; 1977; Parris y Peachey, 2013). Según Greenleaf (1970) los elementos de este liderazgo son: a) Posición de servicio empieza cuando una persona asume la posición de servicio en las interacciones con los demás para generar crecimiento en ellos; el éxito organizacional es una consecuencia indirecta del desarrollo de los seguidores. b) Identidad, el líder promueve que las personas sean estimuladas a ser ellas mismas en su vida personal y profesional. c) Comunidad, el líder promociona un sentido de equipo. d) Toma de decisiones compartida, el líder de servicio impulsa el desarrollo de una fuerza de trabajo creativa y motivada a través del apoyo a la participación de otros. Sobre el liderazgo resonante, Goleman (2002), citado por Arteaga y Ramón (2009), establece que cuando los líderes encauzan sus emociones y las de sus seguidores en una dirección positiva, provocan un efecto fácilmente difundido sobre ellos, denominado “resonancia”; de allí que se considera al liderazgo resonante en relación con las competencias emocionales del líder, implicando su capacidad para sintonizar con los sentimientos de las personas, conduciéndolas en una dirección emocionalmente positiva. Según Goleman et. al. (2002), un líder resonante debe desarrollar dos competencias: a) Competencia personal, que incluye conciencia de uno mismo y autogestión, y b) Competencia social, que considera la conciencia social y la gestión de las relaciones. El liderazgo espiritual surge tratando de identificar las características espirituales de los líderes efectivos. Fairholm (1996) identificó la presencia de objetivos vitales establecidos, las convicciones morales, la elevada capacidad intelectual, las habilidades sociales y la orientación hacia el desarrollo de valores en los demás. A través de sus investigaciones Fry (2003) agrega los conceptos: visión, amor altruista, esperanza y fe. La organización está orientada al aprendizaje continuo. Granados (s. f.) identifica nueve rasgos del liderazgo ignaciano para la gestión directiva. Se hace pertinente destacar que los elementos teóricos de las perspectivas de liderazgo transformacional, de servicio, resonante y espiritual, antes mencionados, muestran una provocativa congruencia con la propuesta de Granados. - Rasgos del liderazgo ignaciano Un liderazgo que surge de una experiencia espiritual La experiencia espiritual de Ignacio de Loyola es para Granados (s. f.) una experiencia de humanización. Lo espiritual no es una cuestión estrictamente religiosa, sino que se refleja en las cualidades amor, compasión, paciencia, tolerancia, perdón, autocontrol y sentido de la responsabilidad, del espíritu humano, que pueden proporcionar la verdadera felicidad. El liderazgo, tocado por la espiritualidad, lleva al líder a encontrarse con el mundo natural, no en una relación de dominación y explotación, sino con una mirada contemplativa de admiración, aprecio y cuidado de la naturaleza y de las personas que lo habitan. El liderazgo ignaciano impulsa a un ser humano libre para en todo amar y servir. Un liderazgo que busca el cuidado de la vida interior La fuerza del liderazgo ignaciano es, precisamente, que su nacimiento e inspiración provienen de la experiencia espiritual, del cuidado del mundo interior y de la intimidad de la persona. Por lo tanto, en la práctica de este liderazgo es importante en-
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